El leñador

Está a punto de amanecer, el sol entrar por las rendijas como si de pronto se volviese pequeño y sus finos rayos dejan ver el polvo suspendido en el aire. Dejando atrás la noche fría con los lobos aullando en la colina.

Los árboles me dan la bienvenida acariciándome con su follaje. “¿Quieren oír una canción hoy?” Me responden al unísono, como suelen hacer siempre. “Voy a cantarles su preferida… soy leñador nací detrás del molino…

El río ya está cerca puedo oír su cauce… “yo he visto al verdugo, matar al juglar y a los herejes queriendo escapar…” trasparente, con un verdor en el fondo camuflado con el follaje espeso. Refresca mi cara y corre por mi garganta como un chorro de vida misma. “Inquisidores que me van a hacer si ya no quiero inclinarme a sus pies…”

-Esos son los últimos cuadros que pintó, siempre del bosque.

– ¡Son bellos! – exclamó sorprendido- ¿Y dice usted que él nunca ha estado en ese bosque?

– Nunca, lo pinta todo por pura imaginación, solo canta y pinta. Lo hace todo el día hasta que el cansancio lo vence, se despierta temprano y sigue pintando.

– ¡Sorprendente! su hijo es un artista- dice el entendido, impresionado ante aquel talento.

“Soy leñador desde mi niñez y aunque no tengo bosque sueño con árboles…”


Por Anniabel Martínez Gómez

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