Día: el de hoy. Querido diario:
Ya estoy aquí de nuevo. Sí, ya sé que solo soy un “bollicao” plasta y pésimo estudiante. Pero quiero decir algo importante y desahogarme. Ya sabes, querido diario, lo de siempre: Mis “viejos” me machacan cada día diciéndome que soy desagradecido y un mal estudiante; una auténtica decepción para ellos. “¡Después de todo lo que hemos hecho por ti! Recuerda que vives en la mejor Zona Residencial de la ciudad y que el trabajo de tu padre paga tus estudios en la Escuela Privada más cara del distrito, que es lo mismo que decir de toda Megápolis.” Casi cada día desayuno con este agobiante sermón. ¡Qué lata!. Mi viejo añade, además, su particular coletilla: “Algún día me agradecerás que todo lo que tienes se lo debes a mi trabajo en la prestigiosa empresa multinacional C.S.I. Incorporated, S.A.”
Tienen su parte de razón pero yo también al afirmar que todo esto no es tan importante porque nuestros vecinos son unos auténticos “bordes”. Son tán antipáticos que cuando llega la correspondencia, el cartero ya no les llama dos veces sino que ahora se lo piensa dos veces antes de llamar.
Pero la guinda del pastel fue lo de ayer por la tarde-noche; una auténtica tortura china. A mis viejos no se les ocurrió nada mejor que montar una aburrida y estúpida fiesta de sociedad en casa e invitaron a todas sus amistades y amigos “carrozas”. Yo representé el fastidioso papel de chico modelo y aguanté sus dichosas bromas y ridículos comentarios. Me agobiaban con lo de “¡Anda, qué guapo que está el chico y Cómo ha crecido. Qué, nene ¿ya tienes novia?”. La verdad es que nunca he conseguido entender a los adultos. Quisiera saber si todas esas gilipolleces que dicen las ensayan primero o les sale así espontáneo. Lo peor de todo fue la propia fiesta. La cena no estuvo mal porque el servicio de cátering era excelente y papá tiene buen gusto para escoger vinos, cavas y licores. Aunque me duela reconocer algo bueno de él. Lo malo vino después con la agobiante y soporífera sobremesa donde todos esos patéticos “carrozas” contaron sus batallitas.

Competían entre ellos “vacilando” sobre quién había progresado más y llegado más lejos en sus patéticas carreras profesionales. Algunos exhibieron sus teléfonos móviles y sus tarjetas de crédito oro y platino. Luego vino toda esa mierda de “yo me he comprado esto, pues yo lo otro y un tercero lo de más allá.” A la hora de los licores y puros se pusieron a cantar canciones carrozas de política y a recordar experiencias de juventud.
Algunos explicaron no se que rollo de cuando eran universitarios les perseguían unos grises ¡A saber lo que es eso!. A los adultos no hay quien los entienda, empezando por mis viejos. Al final salta mi padre con el anuncio de la gran noticia que su empresa le ha premiado por incentivo de producción y facturación con un viaje para él y mamá El premio consiste en pasar un fin de semana en un importante Hotel de Cinco Estrellas de la Costa del Sol. Y no callaba ni bajo el agua cuando vacilaba sobre los servicios, comodidades, lujos y prestaciones que incluía su estancia en el Hotel de la promoción. Dijo también que le subirán a su habitación Don Perignon. ¡Ya se lo harán!
A mí sólo me interesa de todo este rollo saber que el próximo fin de semana mis viejos se largan dejándome la choza libre. Montaré una alucinante fiesta con mis coleguis. Invitaré a unas pavas impresionantes del Instituto y del Gimnasio. En mi fiesta no faltará de nada: bebida por un tubo, de comida nos pondremos hasta el culo. Y por
descontado que no faltará todo lo demás: alcohol, tabaco, pelis porno, snuff movies, marihuana y pastillas de diseño (las “pastis” que no falten). Pero no os alarmeis porque toda la materia prima es de gran pureza y excelente calidad. Nos la suministra un contacto de la Discoteca de absoluta confianza. Así nadie irá a parar al quirófano y tomando las debidas precauciones nadie irá al trullo.
¡En fin!, querido diario, que si no fuera por estos momentos uno se volvería loco intentando entender y aguantando a todos estos adultos gilipollas. Ya no te agobio más, pero te lo advierto: la que te espera cuando te cuente con todo lujo de detalles el desarrollo de mi fiesta. De esa sí que no te libras tú, listillo.
Autor: César A. Álvarez
Del libro: Leyenda de la ciudad de los mediocres
Edita: Creatius SE7
ISBN: 9781326697860
