Crónicas de un autodidacta inconformista.

Crónicas de un autodidacta inconformista.

Es la primera vez que me proponen publicar una selección de mis artículos de opinión y de pequeños ensayos personales en formato de libro de papel. Tal como mis amables lectores recordarán, los editores de la revista cultural de aparición bimensual Atenea XXI ya me han publicado en la mayoría de las ediciones de su revista estos artículos que he firmado bajo mi nombre real de Pera Bases y algunos ensayos que he firmado bajo seudónimo. Yo les entregué hace algunos años un Dossier con estos trabajos míos mecanografiados en mi máquina de escribir Lettera 36. Soy una persona mayor que ha dedicado el abundante tiempo libre que me proporciona mi etapa de jubilación a escribir mis pensamientos y opiniones personales y ha llevar una intensa vida social de carácter cultural. A tales actividades dedico el tiempo libre de mi plateada senectud. No teniendo previsto el hecho de publicar una pequeña selección de mis escritos personales en formato de libro, espero contar con la indulgencia de todos mis potenciales lectores.

Desde que me jubilé muy a principios de este joven siglo XXI no he parado de dedicarme a toda una serie de actividades culturales de carácter social y participativo. Como por ejemplo asistir a conferencias, charlas, debates, simposios y congresos que despierten mis inquietudes personales. No me considero de esa clase de personas que tan solo sirven para malgastar todos mis días en el bar bebiendo, fumando y hablando de fútbol y de chorradas. Tampoco se me da demasiado bien el juego de la petaca y el estar sentado en un banco del parque leyendo el periódico y mirando las piernas y el culo a las jovencitas que pasan por delante tal como hacen los otros “viejos”.

Tampoco me identifico para nada con la gran mayoría de la gente llamada “normal” que tan solo buscan diversiones estúpidas, entretenimientos superficiales y su magna obsesión por “matar el rato”. Lejos de todo ello lo que yo busco personalmente es cultivar mi mente, aprender y participar de forma pro activa en eventos y actos sociales de carácter cultural, artístico y divulgativos.

A partir del mismo día de mi jubilación que no paré de dedicarme de forma pro activa a toda una amplia serie de actividades culturales de carácter social y participativo. Entre ellas destacaría el asistir a conferencias, charlas, debates, simposios y congresos que han conseguido motivarme y despertar mis inquietudes personales. No tengo ninguna afinidad especial con la gran mayoría de la gente “normal” que tan solo buscan diversiones estúpidas, entretenimientos superficiales y su incombustible obsesión por “matar el rato”. Al contrario, lo que realmente busco con gran intensidad es el hecho cultivar mi mente, aprender y participar de forma proactiva en eventos y actos sociales de carácter cultural. Es lo que realmente me motiva y no puedo entender que en la mayoría de la gente no ocurre lo mismo.

Durante los primeros años de este joven siglo XXI he desarrollado, entre otras cosas, una intensa actividad de carácter socio-cultural en torno al Centre Cívic de les Cotxeres de Sants. No solo pude utilizar sus salas e instalaciones, sino que también contacté y me relacioné con algunos grupos que organizaban parte de sus actividades programadas. El principal grupo perteneciente a este importante Centro Cívico de Barcelona fue el Col·lectiu d’Artistes de Sants. Con ellos colaboré y participé de forma proactiva en las conferencias, tertulias y debates que organizaban en las salas de actos de dicho centro y también en las del Casal de la Associació de Veïns de Sants, Hostafrancs i la Bordeta. Es de cir: las célebres Tertulias del “Pati Bull”.

Durante todo este tiempo que considero, en términos generales, bien aprovechado intelectualmente he tratado de entablar diálogos razonables y una serie de conversaciones inteligentes con varias personas tenidas por “importantes”, bien consideradas, de alto estatus social y presunto prestigio intelectual. En la mayoría de los casos en que he hecho eso me he llevado una gran decepción y un amargo sabor de boca.

La causa principal de esta decepción general la constituye el hecho innegable de que he llegado a darme cuenta de la absoluta falta de sinceridad humana y de honestidad intelectual de todos esos personajillos tan (inmerecidamente) encumbrados. En esas ocasiones he tenido la oportunidad de constatar por propia experiencia personal la falta de sinceridad y el vacío hueco que poseen esta clase de personas. Una gran verdad me ha sido revelada a través de su trato personal. El hecho incontestable de que no se puede establecer un debate intelectual sincero con ellos porque defienden, por encima de todo, sus propias posiciones de poder. Tal es el caso de catedráticos y rectores universitarios, médicos, abogados, altos funcionarios y jerarquía eclesiástica entre otros.

Tampoco he tenido demasiada suerte con la mal llamada gente “normal” a quienes ni tan siquiera les interesa ni les preocupan tales temas y cuestiones de debate. Para ellos ya les vale ver y hablar de fútbol, ver la televisión todo el día o “matar el rato” en los bares bebiendo, fumando y hablando de fútbol, temas de cotilleo y de tonterías.

Por desgracia ellos constituyen la gran masa social que infesta los pueblos y los barrios de las ciudades modernas. Motivo por el cual yo siempre selecciono mis actividades cultura les y los grupos de tertulia y debates en los que realmente deseo participar. Resulta muy triste constatar que las grandes masas se autoexcluyen de todas estas actividades y “pasan” de todo ello. Aunque yo personalmente les replicaría que solo pasan los que no llegan. El imperio de los pasotas no es más que un gigante que tiene los pies de barro. A toda esa gente no les preocupa cuando va a llegar el final del universo. Ellos no se meten en esas profundidades. Lo que en realidad debería preocuparles es el hecho de que sus propias vidas carecen de finalidad.

En todo este tiempo he leído numerosos libros y revistas especializadas, he asistido al cine, al teatro y a espectáculos de música. También he tratado de viajar al extranjero siempre que mis modestas posibilidades económicas me lo han permitido. Aunque debo reconocer que lo que más he hecho ha sido asistir a conferencias, debates y tertulias sobre temas culturales, artísticos y de interés social y humano. En todos ellos jamás he dejado de participar de forma pro activa interviniendo siempre en los turnos de réplica y de preguntas y respuestas abiertas al público asistente. Debo reconocer con total sinceridad que en algunas de mis intervenciones públicas he llegado a provocar cierta polémica por la contundencia de mis afirmaciones. Prueba de ello la tendréis si os animáis a leer esta pequeña selección de ensayos y de artículos de opinión personal que ahora presento en formato de libro.

Admito con total honestidad que no necesariamente me han satisfecho por igual los con tenidos de todos estos actos públicos de carácter socio cultural en los que he ido participando a lo largo de todos estos años que he mencionado.

Algunas veces, no muchas, he tenido la desagradable sensación de perder el tiempo y de que no me han aportado nada algunos de estos eventos públicos. Aunque, por otra parte, siempre estuve dispuesto a perdonarles la vida a quienes los llevaron a cabo. En los momentos en que me ha pasado eso siempre he pensado a continuación en todas aquellas personas, que constituyen la gran mayoría, que ni siquiera asisten a este tipo de eventos culturales. Independientemente que sus contenidos y resultados sean buenos, malos o regulares. Toda esa gente vive sus vidas vacías e insípidas en medio de una profunda superficialidad y falta de estímulos culturales, artísticos e intelectuales. Viven sus vidas sin sentido aparente pasando por el mundo como si fueran mariposas sin cerebro; aleteando alegremente como si nada. Para esa gran masa de imbéciles se encuentra por completo fuera de lugar el hecho mismo de preguntarles si hay inteligencia.

En esta especie de prólogo ya no me queda nada más que añadir por ahora. Por lo menos sin correr el riesgo de exponer a mis potenciales lectores a un más que indeseado “spoiler” que en nada beneficiaría esta presentación de mi libro. Por lo demás debo afirmar que, en esencia, me considero un humilde pensador autodidacta. Mis escritos adolecen por completo de una formación académica reglada y de rigor intelectual de carácter universitario. No he tenido la oportunidad de cursar estudios superiores en ninguna facultad de Filosofía ni de cualquier otra disciplina académica.

De niño cursé mis estudios elementales de la Escuela Primaria y obtuve el Graduado Escolar. Poco después, de adolescente, estudié el Bachillerato de mi época con todas las asignaturas en castellano debido a las consabidas circunstancias históricas y condicionantes políticos que me tocó vivir. Motivo por el cual todos mis pequeños ensayos y artículos de opinión personal están escritos en la lengua de Cervantes y no en la de Ramón LLull y Pompeu Fabra. Tras finalizar mis estudios secundarios también me saqué el título de Bachiller, que es el máximo obtenido en mi formación formal reglada. El resto de mis conocimientos provienen de mi formación autodidacta y de mi participación en toda la serie de eventos de carácter socio cultural que ya he mencionado en los párrafos anteriores. Por estos motivos no me puedo considerar ningún filósofo en el estricto sentido académico de este término. Tan solo puedo presumir de ser una especie de pensador marginal autodidacta. Aunque, eso sí, con un toque inconformista e impertinente.


¿Quién gana la guerra?

Desde que me jubilé dedico el tiempo libre de mi plateada senectud a actividades culturales de carácter social tales como asistir y participar en conferencias, tertulias, debates y eventos públicos de carácter cultural, político y social. Con la clara intención de aportar mis propias ideas personales y debatir e intercambiar toda clase de información con otras personas que tengan afinidades conmigo. En los últimos tiempos cada día me interesa menos la prensa generalista y la televisión. Esta última da ver dadero asco con su sobresaturación de noticias tóxicas, negativas y manipuladas. Mi programa favorito televisivo es la televisión apagada. Aparte del hecho evidente de que cualquier verso de un buen poema o cualquier frase bien lograda de un buen libro siempre tendrán mucha más influencia en la sociedad que todos los programas de la televisión junta. Por lo menos de la televisión española que ha demostrado ser pura bazofia.

¿Porqué digo todo esto?. Pues porque ya estoy un poco harto y de vuelta de todo. En los precisos momentos en que estoy redactando este artículo de opinión se está produciendo un relevante conflicto armado de implicacio nes internacionales que acapara los programas informativos y de debates y tertulias políticas de la televisión y todas las portadas, editoriales y artículos de opinión de la prensa generalista a nivel internacional. Me niego a citar el nombre concreto de este conflicto para no darle mas propaganda de la que en realidad se merece.

En el fondo siempre se trata de la misma guerra, pero con diferentes formatos y localizaciones. Me pregunto con relativa frecuencia: ¿Cuándo aprenderá el ser humano que no hemos venido a este mundo para acumular riquezas, recursos materiales ni propiedades? Si hemos venido para algo es para tratar de ser personas humanas, ayudarnos unos a otros y para aprender e intercambiar conocimientos positivos. Debido a este motivo la gran pregunta del millón siempre es la misma: ¿Quiénes son los que siempre ganan todas las guerras? Para esta eterna pregunta yo solo tengo una única respuesta posible:

“La guerra siempre la gana el que no la hace”.

Es así de claro y así de sencillo. Por desgracia, los seres humanos nunca acaban de aprender nada y así les va en todo. El fenómeno de las guerras no es nada nuevo. Existían desde la noche de los tiempos. Los hombres prehistó ricos resolvían sus disputas territoriales y conflictos de caza y supervivencia utilizando palos y piedras. Mientras que el flamante hombre del siglo XXI tiene la posibilidad de acabar con la vida entera y arrasar el planeta apretando unos cuantos botones. El que no lo haya hecho has ta ahora no significa que los seres humanos se hayan vuelto mas buenos y mas sabios. Tan solo mas temerosos ante la posibilidad evidente de la Destrucción Mutua Asegurada (M.A.D) que implicaría un conflicto nuclear a gran escala. Una verdadera locura se mire por donde se mire.

“La Ilíada” de Homero es un libro de literatura épica escrito hace casi tres mil años que contiene una gran verdad. En un pasaje de este milenario libro se afirma que la diferencia entre la guerra y la paz consiste que en tiempos de paz los hijos entierran a sus padres. Mientras que en tiempos de guerra son los padres los que entierran a sus hijos. ¿Qué ha cambiado desde entonces? Prácticamente nada. Ya lo dijo en su día el rey sabio Salomón: “No hay nada nuevo bajo el sol”.

¿Estamos condenados a repetir siempre los mismos errores?. Todo indica que mientras existan los seres humanos sobre el planeta Tierra va a ser que sí. Por eso y tal como dije al principio de este artículo de opinión yo evito siempre que puedo ver los programas informativos de la televisión y leer la prensa escrita y los semanarios de política. Afortunadamente existen otras informaciones y conocimientos mucho mas positivos y constructivos. La mayoría de las informaciones que aparecen en la prensa escrita y en los programas informativos de la televisión son negativas, tendenciosas y manipuladas. A los llamados “Mass Media” yo les suelo llamar los “Más Mierda”. Ese es el nombre que mejor les cuadra.

Tras desayunar y salir de mi casa me he dirigido a las actividades culturales y sociales con las que trato de aprovechar mucho mejor mi tiempo libre en lugar de estar todo el día frente al televisor o en la cafetería leyendo “El Periódico” o “La Vanguardia” y recibiendo informaciones tóxicas que no me aportan nada en absoluto.

Este mediodía asistí a una conferencia de temas literarios en los que participé en el turno de preguntas y debate. Por la tarde participé en una tertulia que la dieron en la sala de actos de un centro cívico de Barcelona y en la que también intervine de forma pro activa. Por la noche regresé a casa justo a tiempo del inicio del “Telediario”. En muy mala hora porque me volvieron a calentar la cabeza con el conflicto armado actual. En la tele solo se oía “Guerra… guerra… guerra …” . Como si en el mundo no existiera nada más. Me pregunto cuando aprenderá la humanidad que las guerras siempre las ganan los que no las hacen.


“Es hijo adoptivo”

Durante los primeros años de este joven siglo XXI desarrollé una intensa actividad de carácter socio-cultural en torno al Centre Cívic de les Cotxeres de Sants. No solo pude utilizar sus salas e instalaciones sino que también contacté y me relacioné con algunos grupos que organizaban parte de sus actividades programadas. El principal grupo perteneciente a este importante Centro Cívico de Barcelona fue el Col·lectiu d´Artistes de Sants. Con ellos colaboré y participé de forma proactiva en las conferencias, tertulias y debates que organizaban en las salas de actos de dicho centro y también en las del Casal de la Associació de Veïns de Sants, Hostafranchs i la Bordeta. Es decir: las célebres Tertulias del “Pati Bull”.

Por aquel entonces yo no desarrollaba ninguna actividad artística concreta y no perte necía de forma directa al mencionado Col·lectiu d´Artistes de Sants. No obstante, un día fui invitado por los miembros de este Col·lectiu a participar en una de sus reuniones mensuales como invitado y oyente. Durante esos años presidía esta asociación de artistas la señora Lluïsa Franch, mujer muy tenaz y luchadora que había conseguido el reconocimiento de este grupo de artistas locales a nivel municipal y el gestionar espacios públicos donde reunirse y exponer sus obras personales. Me sentía feliz de reunirme con ellos y de tener la posibilidad de asistir a una de sus reuniones internas.

Como es lógico suponer, en esa reunión se habló de asuntos internos relacionados con las actividades artísticas del grupo y la preparación y gestión de nuevas exposiciones tanto colectivas como individuales de los artistas de este importante colectivo. Hasta aquí todo normal. Tras finalizar las gestiones internas del grupo de artistas hubo una deriva hacia un tipo de conversaciones mucho mas distendidas en las que, como suele ocurrir en este tipo de reuniones, se habló bastante de anécdotas personales y del grupo en general. La que mas recuerdo es la que explicó la Presidenta del Col·lectiu d´Artistes de Sants, la señora Lluïsa Franch.

Nos explicó la Sra. Franch ciertos problemas que había tenido con un Regidor del Ayuntamiento de Sants, cuyo nombre no con sigo recordar. Se quejaba la Presidenta de esta asociación que el susodicho regidor, cada vez que se reunían con él, solía preguntar de forma impertinente si tal o cual artista del grupo había nacido en el barrio de Sants. Comentaba la señora, no sin cierta ironía, que este Regidor parecía un pequeño Jean Marie Le-Pen pero del distrito de Sants. Así que cada vez que este sujeto le preguntaba si tal artista había nacido en Sants y no era así, la Sra. Franch le contestaba: “Es fill adoptiu” (“Es hijo adoptivo). Así es como salía al paso del aprieto.

Unos días mas tarde fui invitado por el mismo Col·lectiu a asistir a una Tertulia-debate que se celebró en el Casinet de la associació de veïns de sants, Hostafranchs i la Bordeta, una de las famosas Tertulias del Pati Bull. Ahora mismo no recuerdo el tema central objeto de debate ni de lo que hablamos y debatimos al principio de esa tertulia en concreto. Lo que si recuerdo con total claridad es el final de dicho debate. Me viene con fuerza a la memoria la última intervención de uno de los miembros del Col·lectiu d´Artistes de Sants, un artista ya mayor que expuso una especie de teoría personal suya de tintes religiosos y metafísicos. Afirmaba este artista del Col·lectiu, en su turno de intervención, la existencia del alma individual y de la vida inmortal después de la muerte física. Tras finalizar su exposición verbal, no pude contenerme e intervine a continuación en mi turno de réplica. Voy a reproducir lo que le dije a este buen hombre:-

“Todas estas ideas que acaba de exponer usted en su intervención no son mas que posibilidades remotas y meras especulaciones sin fundamento real. Así que voy a formularle una pregunta de carácter personal: ¿Verdad que hoy usted a conseguido regresar vivo a su casa?. Si es así, entonces le voy a sugerir que se conforme con eso”.

Finalizado mi turno de réplica el pobre hombre se quedó estupefacto y casi se pone a llorar. A modo de disculpas públicas dijo que él estaba dispuesto a exponer sus teorías personales solamente si el grupo que le estaba escuchando se lo permitía y querían que continuase. En tonces los miembros del Col·lectiu d´Artistes de Sants allí presentes trataron de consolarle y, de paso, me amonestaron a mí por la rudeza de mi intervención de réplica. Así finalizó aquella Tertulia del Pati Bull sin mas preámbulos.

Lo último que recuerdo de aquel incidente es que se me olvidó preguntarle al artista del Col·lectiu si era oriundo del barrio de Sants. Aunque lo mas probable, a juzgar por los contenidos de su última intervención, es que no hubiera nacido en Sants sino que fuese un hijo adoptivo.


El Imperio de los pasotas

A partir del mismo día de mi jubilación que no paré de dedicarme de forma pro activa a toda una amplia serie de actividades culturales de carácter social y participativo. Entre ellas, cabe destacar, el hecho de asistir a conferencias, charlas, debates, simposios y congresos que han conseguido motivarme y despertar mis inquietudes personales. Personalmente debo reconocer que yo no sirvo para malgastar todos mis días en el bar bebiendo, fumando y hablando de fútbol y de chorradas. Tampoco se me da muy bien el juego de la petaca y el estar sentado en un banco del parque leyendo el periódico tal como hacen los otros “viejos”.

No me identifico para nada con la gran mayoría de la gente llamada “normal” que tan solo buscan diversiones estúpidas, entretenimientos superficiales y su incombustible obsesión por “matar el rato”. Lejos de todo ello lo que realmente busco con gran intensidad es el hecho cultivar mi mente, aprender y participar de forma pro activa en eventos y actos sociales de carácter cultural. Es lo que realmente me motiva y no puedo entender que en la mayoría de la gente no ocurre lo mismo.

Desde hace ya varios años, por no decir décadas, vengo observando que todavía sigue en buena medida vigente esa nefasta moda del pasotismo que no se acaba nunca de extinguir. Lejos de ello sigue vigente causando estragos. Por su extensión e influencia social se puede decir, sin temor a equivocarnos, que los pasotas constituyen un gran y verdadero Imperio. Muy extenso y poblado aunque carente de unos límites muy precisos y de unas fronteras bien definidas.

Aunque si podemos afirmar con rotundidad que los abúlicos súbditos de este enorme Imperio tienen unas características personales y unos comportamientos visibles que los distinguen a la legua. Estos hechos innegables hacen que los pasotas merezcan ser considerados como una especie humana aparte. Si yo tuviera el poder suficiente de buena gana los identificaría, los detendría y los enviaría a todos ellos a poblar las lunas de los planetas Júpiter y Saturno.

La característica principal que distingue personalmente a los pasotas es que pasan
de todo menos del hecho mismo de pasar. No tienen una ideología clara y definida. La única “certeza” (por llamarla así) que poseen es que hay que estar en contra de todo y no defender nada en concreto. El hecho de defender y luchar por algo concreto resulta una contradicción flagrante para todos ellos porque esto implicaría un abandono del pasotismo al que se aferran. Socialmente hablando son una nulidad ya que no existe ninguna organización y/o partido político que pueda utilizarlos para fines revolucionarios ni tampoco contrarrevolucionarios. Eso sería una contradicción de por sí.

Por descontado que también son una nulidad como individuos y como personas. Porque no tienen intereses propios ni comunes. Excepto, claro está, el del pasar de todo. Podemos afirmar que lo único que los une y los distingue del resto de los mortales es el hecho de tener una vaga consciencia de que, al pasar de todo, no se interesan por nada en concreto. Esta característica especial tal vez sea la única que los une a todos ellos. Pero que a nadie se le ocurra preguntarles para que están unidos. Porque, en el mejor de los casos, nadie obtendría ninguna respuesta.

Afinando mucho en la definición del pasotismo tal vez podríamos encontrar una actitud común que los impulsa vitalmente de cara al mundo exterior. Es el hecho de que solo se definen en negativo. Tienen muy claro todo lo que están en contra pero carecen de recursos personales para definir de que están a favor. Su gran lucha, por llamarla así, consiste en criticar, señalar y tratar de anular todas las ilusiones, motivos e intereses de todos los que no son como ellos, es decir: de todos los que no somos pasotas. Poseen una vaga consciencia de que todo aquel que se interese por algo o por alguien es su mortal enemigo al que hay que combatir y derribar. Por suerte para todos los que no somos pasotas, como ellos si los son, toda la fuerza se les va por la boca y no representan ningún peligro real.

Tampoco se puede decir de ellos que sean fanáticos de ninguna tendencia política, social y/o religiosa. Ningún líder religioso ni fanático político podría utilizarlos para que llevasen a cabo acciones terroristas. Porque para ello les haría falta la determinación y la voluntad de la que ellos carecen. Aunque si que podemos decir que les resultan muy útiles a los políticos actuales. Debido a que sus actitudes pasotas y no activas les benefician en el sentido de que jamás emprenderán acciones contra ellos ni les van a cuestionar nada de lo que digan ni, sobre todo, de lo que hagan. Gracias a los pasotas los políticos pueden estar tranquilos a la hora de mentir, robar y manipular.

Hace unos pocos años también me plantee la cuestión de qué podría hacer yo para destruir el Imperio de los pasotas. La verdad es que no se me ocurrió nada en concreto. Ni falta que hace porque su misma actitud sumisa y pasiva les impide llevar a cabo cualquier acción contra todos los que no somos como ellos. Podemos afirmar con plena certeza sobre el imperio de los pasotas es que se trata de un Imperio que no contraataca. Carecen de toda determinación para ello. Así que… ¿para que preocuparse?. Por las mismas fechas en que me planteé esta cuestión oí una frase sobre los pasotas que me hizo reflexionar y me tranquilizó por completo: “Solo pasan los que no llegan”. A partir del momento en que escuché esta frase ya me despreocupé del todo por ellos. Entonces comprendí que el Imperio de los pasotas no es mas que un gigante con los pies de barro. Da igual que sean muchos y que estén muy extendidos por el mundo mundial.

Para acabar diré que si un “pobre” pasota leyera este artículo de opinión probablemente lo pasaría muy mal y se pondría muy triste al verse tan en evidencia. Pero que estén tranquilos mis amables lectores: eso jamás ocurrirá. Precisamente porque, entre otras cosas, los pasotas (por su misma naturaleza) pasarán de leer este artículo así como pasan de leer cualquier otro escrito en letra impresa. Tan solo me resta desear que, al menos, ellos también oigan la frase de que solo pasan los que no llegan.


Los manuscritos iluminados

Los manuscritos iluminados fueron compuestos hace alrededor de unos 4.000 años. Los redactaron los sabios y escribas, verdadera clase intelectual y burocrática del antiguo Egipto. Se trataba del libro del dios Thot. De ahí deriva la palabra Tarot. El término manuscrito significa, literalmente, “escrito a mano”.

La etimología de la palabra enciclopedia procede de la unión de dos sustantivos griegos: Kiklos (círculo) y Paideia (instrucción). Es decir que su significado es el de Círculo del Saber. La alegría de vivir no se interrumpe nunca. La buena semilla plantada en lugares pequeños y limpios como este produce el crecimiento del buen árbol que nos ofrece sus mejores frutos. Hasta hace unos 5 años las bibliotecas de Barcelona eran calladas y ahora hablan. También pueden hacerlo los palacios de congresos… Todos tenemos una increíble capacidad de adaptación y resistencia.

La nefasta política de marginar lenguas, idiomas y dialectos desemboca en la marginación de las personas y da como resultado el hacerlas mucho más violentas. Entidades como la UNESCO, globaliza ción, OTAN, etc, no son más que organizaciones o tratados sin cerebro, carecen en absoluto de criterio propio.

El hecho de pedir algo a un rey, a un papa o a un presidente de gobierno resulta muy humillante. ¡No te lo mereces!. En cuanto a solicitar algo a los creadores de organizaciones y tratados provoca el perder tu dignidad. ¡No te lo mereces!.

Los llamados derechos humanos solo son intereses creados. No se merecen que pierdas tu personalidad por ellos. Has venido y estás aquí por voluntad propia; estás libre con las puertas abiertas. El dinero invertido en cultura nunca genera beneficio al poder.


La pregunta esencial.

Desde que me jubile hace algunos años, ahora no viene al caso cuantos, he dedicado las largas horas de tiempo libre de mi plateada senectud en asistir y participar de forma activa en numerosas conferencias, tertulias, ruedas de prensa, congresos y eventos públicos relaciona dos con una multiplicidad de temas de lo mas variopinto. Siempre prestando la máxima atención a todo lo expuesto por los conferenciantes y oradores y también a intervenir de forma proactiva al iniciarse el turno de preguntas y respuestas abierto a los asistentes. Mis compañeros habituales de asistencia a las conferencias y tertulias me han dicho varias veces que suelo ser demasiado radical y contunden-te en muchas de mis intervenciones. Debo reconocer que, en la mayoría de los casos, tienen toda la razón. No en balde ellos me han rebautizado con el sobre nombre de el Pere Punyetes, seudónimo con el que firmo mis pequeños ensayos y artículos de opinión.

Todas estas actividades me mantienen mentalmente joven a pesar de mis numerosos años biológicos y que el escaso cabello que todavía conservo se me ha vuelto tan blanco como la nieve de las pistas de esquí de los Alpes suizos. Desde el primer día de mi jubilación jamas me plantee dedicar mi tiempo libre a la mayoría de ocupaciones y hobbies propios de las personas de mi edad. No me imagino “matando el rato” en el bar o en el casal d´avis jugando a las cartas y al domino con los demás viejos. Ni me planteo bajar cada día al parque para jugar a la petanca o para mirar las piernas de las jovencitas como un viejo verde. Tales actividades no son para mi. Ni tan siquiera pierdo mi valioso tiempo en pensar si esta actitud vital mía no me convierte en una “persona normal” de mi edad.

Me considero ante todo un ensayista mucho mas que un periodista cultural. Debido a ello casi nunca tomo notas de las direcciones concretas donde se celebran estos eventos ni tampoco anoto las fechas y horarios exactos de cuando se desarrollan. Así como tampoco me dedico a cronometrar el tiempo exacto de intervención de los oradores. Toda esa ardua labor se la dejo para los periodistas acreditados a tales eventos. De la misma forma que no me preocupan las formas también reconozco que, por desgracia, numerosas veces no me interesan los contenidos concretos o, al menos, la forma de exponerlos. En numerosas ocasiones me he ido de estos sitios con el mal sabor de boca de haber perdido el tiempo y, en lo esencial, no haber aprendido nada importante.

Muchas conferencias se malogran por un exceso de tecnicismos innecesarios y de aparatosa retórica academicista. Algunos ponentes pretenden dar la sensación de poseer la verdad en términos absolutos y pontifican más de la cuenta sobre los temas tratados en sus ponencias públicas. Se pavonean como si tuvieran alre dedor de sus doctas cabezas una aureola de luz dorada que los iluminase. Demasiadas veces se entretienen en un farragoso despliegue de citas literarias, académicas y filosóficas muchas veces del todo innecesarias y prescindibles. Suelen es tar mucho más enfocados en exponer de forma brillante y erudita los temas que tratan que en llegar a la esencia de las materias tratadas. Tales sutilezas intelectuales no engañan a este viejo esturión tan solo interesado en llegar a la esencia de las cosas y tocar el fondo de las materias expuestas.

La gran mayoría de conferenciantes y oradores que he tenido el dudoso placer de escuchar parecen rehuir la pregunta esencial. Debemos formular la pregunta esencial y determinar lo esencial de la pregunta. Los potencial es lector@s de este pequeño ensayo se estarán preguntando, no sin cierta impaciencia, pero… ¿Cuál es la pregunta esencial?. Y la verdad es que tienen toda la razón en impacientarse. Si no respondo a esta cuestión estaré incurriendo en los mismos errores y exageraciones que todos esos académicos pretenciosos y conferenciantes charlatanes. Para mi solo existe una pregunta esencial a la que deben subordinarse todas las demás cuestiones: “¿Existe la inteligencia humana?”. Porque si en realidad no existe, entonces… ¿para qué sirve hablar de todo lo demás?. Solo a partir de determinar si existe la inteligencia humana y cómo podemos desarrollarla y aplicarla en solucionar todos los problemas individuales y sociales podemos hablar y actuar desde lo esencial. Esto es lo que de verdad importa. Lo demás solo es mera cháchara académica, erudición inútil y pajas mentales.

Hace algunos años asistí a una conferencia de Astronomía que llevaba el pretencioso título de “Origen y final del Universo”.La daba un catedrático de Astronomía de la Universidad de Barcelona cuyo nombre no consigo acordar me. La ponencia estuvo generosamente acompañada de espectaculares imágenes del Universo proyectadas en una gran pantalla mediante el sistema de Power Point. El ponente expuso sus teorías sobre el origen, expansión y final del universo con un amplio despliegue de citas científicas e hipótesis cosmológicas y la para fernalia académica. Cuando se abrió el turno de preguntas y respuestas abierta al público asistente no pude dejar de intervenir movido por un fuerte impulso polémico que me ha valido el sobre nombre del Pere Punyetes. Así que le pregunté a ese flamante catedrático: “Cómo puede pretender determinar con tal grado de exactitud la fecha del fin del Universo?. Es que … ¿Acaso sabe cuando se va a morir usted?”. Le sorprendió la contundencia de mi pregunta y se puso rojo como un tomate maduro.

Acto segui do se levantó de su asiento sin mediar palabra y se dirigió a mi encuentro a través de las butacas de la Sala de Conferencias dispuesto a agredirme allí mismo. Tuve que abandonar esa sala de actos por piernas parta evitar su agresión física. No es para darme importancia que saco a colación esta anécdota personal. El motivo es presentarla como un ejemplo concreto de lo que acabo de explicar en este párrafo de mi pequeño ensayo. Ahora volvamos a centrarnos en el tema principal objeto de estudio de este ensayo: ¿Cuál es la pregunta esencial?. Hemos acordado que solo existe una pregunta esencial a la que es necesario que se subordinen todas las demás cuestiones: “¿Existe la inteligencia humana?”. Descubriendo si existe la inteligencia humana y el cómo desarrollarla y aplicarla en solucionar todos los problemas individuales y sociales podremos hablar y actuar desde lo esencial. Decía Albert Einstein que los seres humanos tan solo aprovechamos el 10% de nuestra capacidad cerebral.

En mi opinión el genial científico pecó de optimista. Einstein podría referirse a las personas que estudian, investigan, leen y cultivan actividades intelectuales, científicas y artísticas.

Como resulta evidente, ellos constituyen una porción minoritaria del conjunto de la humanidad. Al resto de la gente nos la encontraremos mucho más fácilmente en los bares, bodegas, pubs, discotecas, palacios de deportes y estadios de fútbol. Tan solo basta observarlos y comprobar sus comportamientos en esos ambientes sociales para darse cuenta que esta clase mayoritaria de personas apenas aprovecha el 3% de su capacidad cerebral. Al resto de los que nos salvamos de la quema nos corresponde cargar sobre nuestras espaldas todo el peso de la cultura, el arte y la ciencia. Sabiendo, además, que tan solo una minoría llegará a conocer el resultado de nuestros esfuerzos y producción intelectual. El resto de la humanidad continuará tan estólida y apática como siempre sin notar siquiera que existimos ni, todavía menos, lo que hacemos.


El verdadero artista

El artista verdadero tiene la capacidad de hacer cierto y visible lo que es invisible. Nadie tiene derecho a enseñarte lo que es la vida. El aprenderla es responsabilidad de uno mismo. La vida esta dotada de un sentido mágico. Nuestra mejor opción consiste en dejarse cautivar y contagiarse. En cuanto a la inteligencia, se trata de un proceso lento, gradual e imparable. Se hace camino al hablar. Ya que al intercambiar opiniones se enriquecen aspectos que antes no se habían podido considerar. Normalmente llamamos arte a los museos, la pintura, escultura, poesía, filosofía, música…

Pero preguntémonos: ¿Qué es el arte?. Para mi el verdadero arte reside en la propia naturaleza: los trinos de un pájaro, la cima de un monte, las orillas del mar, la copa de un árbol o la soledad de un nido.

La libertad es el requisito indispensable para que una mente sea libre. De lo contrario se vuelve repetitiva, arcaica y momificada. En esas condiciones nunca se consigue avanzar nada. El dinero no compra la felicidad. Al con trario: provoca la desaparición de la esperanza y el advenimiento de la manipulación. Si pintas por “amor al arte” puedo decirte que pintas muy bien y que hagas dos cuadros: uno con flores y otro con frutos. Ambos los tienes vendidos. El dinero te condiciona y acaba convirtiéndote en su objeto.

En realidad no existe la enfermedad sino que empieza la persona enferma, no realizada. Si eres una de esas personas a las que le sobra el dinero resulta muy difícil que puedas ser neutral y ofrecer objetividad a la hora de hablar. Las políticas sectoriales conducen a la cultura de un país a ser una gota de agua sumergida en el océano, ahogada.

Utilizar la fuerza abrumadora, aunque solo se trate de palabras, constituye terrorismo. Es un acto de agresión contra las masas. Amedrentarlas con atentados en los aeropuertos. Se consigue perder y arruinar el comercio de un país. Se crea una necesidad de guerra. Si varias ciudades importantes como Nueva York, Londres, Roma recibieran el impacto de potentes bombas atómicas, permanecerían deshabitadas durante cientos de años. Pero los países a los que pertenecen seguirían existiendo aunque más atemorizados. Con la posesión de las armas jamás se conseguirá obtener la paz duradera. Si no se consigue soportar el calor lo mejor que podemos hacer es huir del fuego.


¿Hacia dónde va todo?

El escritor norteamericano de aventuras Mark Twain (1835-1910) solía decir que en nuestras vidas existen dos momentos muy importantes. El primero es el momento del nacimiento y el segundo es cuando descubres para que has nacido. La gran mayoría de la gente conoce el primero pero jamás llega a descubrir el segundo.

Es como si el único y definitivo propósito de sus insípidas y vacuas vidas tan solo consistiera en ocupar volumen físico y en quemar el oxígeno del aire que respiran. Y suerte que el aire es gratis porque si tuvieran que pagarlo entonces ya ni siquiera existirían. Este hecho evidente nos obliga a formularnos toda una serie de preguntas importantes. La primera y más importante es la pregunta general de ¿Hacia donde va todo?.

La gran mayoría de los mortales se ven obligados a despertarse temprano malhumo rados y apáticos para dirigirse a sus puestos de trabajo que, en realidad, no les gustan para así poder pagar facturas y recibos cada vez más abusivos, comprar cosas inútiles que no necesitan y malgastar su tiempo libre en “diversiones” estúpidas que no les aportan nada. Por ello debemos preguntarnos: ¿hacia donde va todo ese madrugar, todo ese defecar, miccionar y ducharse a toda prisa y corriendo?. ¿Hacia donde va todo ese desayunar a velocidad terminal con el café quemando la garganta?. ¿Hacia donde va toda esa estresante prisa para coger el autobús y/o el metro en hora punta y tod@s apretados como borregos que se dirigen al matadero?. Al llegar al puesto de trabajo nos espera un jefe autoritario y neurótico que nos grita histérico que casi siempre llegamos tarde y que el trabajo va con mucho retraso y que lo quiere todo terminado para ayer. Luego viene la pausa del mediodía de dos horas o dos horas y media y así le da tiempo al personal de comer, tomarse la copa o el carajillo, fumarse el “farias” y todavía queda algo de tiempo para hacer algo de siesta. Al salir del trabajo por la tarde empieza la segunda parte de todo ese baile del absurdo.

La adultos se precipitan con gran ansiedad a los bares, bodegas y tascas de sus barrios para malgastar su escaso dinero y, lo que es incluso peor, su tiempo en distracciones tan vanas como inútiles. Los jóvenes hacen igual entrando en bares musicales, pubs y discotecas en su ansiosa búsqueda de estúpidas “diversiones” igual de inocuas. ¡Qué imbéciles todos ellos! Es para dejar de creer en la humanidad. Al mismo tiempo que también para no dejar de preguntarnos: ¿hacia dónde va todo eso? si es que, en realidad, va hacia alguna parte. Sinceramente yo no lo creo. Las vidas de la gran mayoría de la gente parecen estar carentes de sentido y no tener propósito alguno. Tan solo parecen hallarse ocupados en sobrevivir y tratar de distraerse con lo que sea y pagando lo que sea. ¡Qué absurdo que es todo!

Lo dicho en el párrafo anterior no les impide a los seres humanos el innegable hecho de dotarse de varias justificaciones intelectuales y vanas ilusiones mentales con las que, en vano, poder consolarse. A mi la que me resulta risible de todas es la vacua noción del mal llamado “Progreso”. Si de verdad estuviéramos vivien do en una verdadera era de progreso entonces ya no se producirían guerras ni hambrunas ni enfermedades ni epidemias. Tampoco existiría el tráfico y el consumo de drogas. Así como tampoco la prostitución, la pornografía y los abusos y el maltrato infantil. Los descubrimientos de la ciencia y las aplicaciones tecnológicas han experimentado un gran avance en los dos últimos siglos, es cierto. Pero basarnos en ellos tan solo representa un consuelo de tontos.

Consideremos algunos hechos de la actualidad informativa para replantearnos y cuestionarnos muy en serio la misma noción de progreso. El primero y más evidente es el fenómeno del terrorismo internacional que constituye un serio problema y es un verdadero azote de la humanidad contemporánea. Existen diferentes clases de terrorismo: algunos están inspirados en ideologías radicales, otros en el racismo y el supremacismo y, más recientemente, los que están inspirados en el integrismo y el funda mentalismo religioso; sobre todo el islamista. Todos hemos visto esas horribles imágenes en la televisión y esas impactantes fotografías en la prensa diaria de atentados con bombas y coches-bomba.

A la vista de tan lamentable espectáculo debemos preguntarnos… todos esos actos de barbarie… ¿a que clase de “progreso” pertenecen?. Pensemos ahora en el problema del hambre, verdadero flagelo de la humanidad. Cada año mueren millones de personas en el llamado “Tercer Mundo” a consecuencia del hambre y la malnutrición sin que, de momento, este problema no parezca tener ninguna solución a corto plazo. Y preguntémonos de nuevo… este terrible problema… ¿que clase de “progreso” representa?. A todo lo antedicho podríamos añadir las enfermedades incurables, las epidemias y las alertas sanitarias que surgen periódicamente con cada vez más frecuencia. Para acabar formulando la pregunta principal que engloba todas las anteriores: ¿hacia donde va todo ese “progreso”?.

El único progreso visible es el de la maldad y la destructividad humanas. En la Prehistoria los hombres se hacían la guerra y se mataban entre ellos con palos y piedras o a huesazo limpio. Hoy bastará con que unos cuantos militares aprieten unos cuantos botones desde instalaciones subterráneas para que toda la humanidad resulte incinerada y el planeta calcinado bajo el efecto de las bombas atómicas y las de hidrógeno. En eso se ha quedado el tan cacareado “Progreso”.

Otra auto justificación que también nos resulta risible es la inveterada pretensión del ser humano por considerarse a sí mismo como el centro del universo y el ser vivo mas evolucionado de todo el planeta Tierra. Pensemos por un instante que las tortugas pudieran hablar. En ese caso las tortugas macho afirmarían con rotundidad que lo mejor que existe en el mundo es la tortuga hembra. Consideremos la posibilidad de que los monos estuvieran dotados del talento de la escritura. Si fuera posible entonces los más sabios de ellos escribirían elaboradas teorías de la Evolución en las que afirmarían que la actual especie dominante del planeta (el Chimpancé) desciende, por selección natural, del Hombre.

En el fondo qué más da saber cuál es nuestro origen y posterior evolución. Lo mismo da que seamos el producto de la expansión de los átomos del universo y de la recombinación molecular de la aparición de la vida orgánica en la Tierra. O seamos el fruto de un experimento cruel de los dioses mitológicos que se aburrían en su olímpica magnificencia.

En el fondo todas estas teorías resultan irrelevantes. No somos más que unos trozos de carne alargada con extremidades que, por si fuera poco, no vamos a vivir durante mucho tiempo. Total para acabar en el interior de una estrecha caja de pino comidos por los gusanos o incinerados en el crematorio municipal como los nazis. Vamos finalizando este ensayo y todavía no hemos podido responder de forma clara y satisfactoria a la pregunta: ¿hacia donde va todo?.


El encanto del Edén.

El mundo necesita tener actitud con actividades perspectivas únicamente positivas. La democracia y el poder político controlan la sociedad para modelarla y crear un sectarismo según sus propias ideas. A partir de los faraones que en lugar de regar la tierra para que diera sus frutos, practicaron el canibalismo con sus propios hijos, la continuación de las vida y pusieron un decorado a la Naturaleza con esfinges y Pirámides. Sin tener en cuenta que la Naturaleza, por sí misma, es tan bella y un río con peces constituye uno de sus principales regalos. Existe esta forma de actuar, con tempes tad de medios visuales y auditivos que preferentemente vomitan sadismo, violencia y tortura creando atrocidades para el ser humano. Resulta imposible que puedan mejorar las ideas y, al mismo tiempo, pensar que se nos invita al optimismo.

Debemos reconocer, por el contrario, que somos los esclavos de nuestros propios errores. Esta reflexión nos lleva a preguntarnos ¿Por qué en las altas esferas siempre tiene que haber políticos, dioses y presidentes de Gobierno y no Cerebros con una filosofía real, práctica, con un lenguaje simpático, sencillo y cautivador?. Debería haber auténticos Gigantes Espirituales que estuvieran por encima del Espacio-Tiempo y que fueran escuchados, queridos y respetados. No nos harán pagar impuestos. Tal como yo afirmo siempre: “La guerra solo la gana quien no la hace”.

La ampliación de la nueva Europa tiene que ser una Historia más favorable. Lo que realmente importa es el hecho de tener las ideas claras, insistir en ellas y mejorarlas. Considera mos que, en primer lugar, el fin de la Europa Occidental conlleva el hecho de mirar hacia el Este, es decir: a la Europa Oriental, ignorada durante demasiado tiempo. Tenemos la obligación de ser capaces de respetarla y aprender de ella. ¿Porqué no la ayudamos nosotros?. En segundo lugar, debemos considerar que Europa siempre antes que otros continentes ha sembrado buenas semillas. La Historia así lo demuestra: Plan Marshall, Otan, Derechos Humanos,…. Sus frutos todavía están por madurar y recoger. Finalmente, en tercer pero no menos importante lugar, afirma mos que la mejor actividad no tiene porque ser necesariamente la que nos reporta mayores be neficios económicos. Al contrario, creemos que es la actividad que nos afrece mayor satisfacción y ganas de vivir. Supongamos por un momento que adquirir la Sabiduría fuera un asunto fácil. “¡Que asco!”. En ese horrible supuesto todos se ríamos sabios. Olvidemos ese mal pensamiento.

Ahora invito a mis lectores a hacer juntos una proyección de Futuro. Imaginemos todos una Europa más cercana al mundo y que en ella va a ser el Pueblo y la Sociedad quienes la impulsen de forma constante hacia esta esperanzadora posibilidad. Realizando tan noble tarea con una protección y un cariño mutuo y afectivo. Desde mi punto de vista siempre se tiene que almacenar el Saber. Afirma cierto refrán que reirá mejor quien ría el último. Aunque yo añadiría que como nadie sabe quién va a serlo, entonces… ¿Porqué no empezamos a sonreir todos nosotros?. Tal como dijo John Lennon en la letra de una de sus mas concidas canciones: “Es fácil si lo intentas”.

Mi última consideración consiste en aconsejaros que hay que buscar siempre para encontrar un lugar y su bienestar más allá. Para finalizar este ensayo deseo ofrecer a mis lectores un pequeño poema de cosecha propia que compuse con el corazón y con la esperanza de que aporte algo positivo.

GRACIAS POR LA AURORA,
GRACIAS POR EL DÍA,
PORQUE MIRO AL CIELO
Y LO VEO CON ALEGRÍA.

NUNCA ES MENTIRA
VER EL ATARDECER,
ES AUTÉNTICA REALIDAD,
LA NOCHE ES UN PLACER.


La inteligencia del sueño.

Dedico este pequeño ensayo personal a eflexionar sobre la actividad humana del sueño y sus innegables beneficios tanto por lo que se refiere a la salud física como también a la salud mental. A la espera de que sea del agrado y también aporte saber a todos mis lectores.

El sueño es un espacio determinado. El cerebelo y el cerebro han recogido durante el día diferentes hechos que nuestro cerebro integra y somete a un proceso: ordenar todas las vivencias anteriores con las del día anterior. Si la personas positiva, activa y creativa, entonces almacene única y exclusivamente los recuerdos personales positivos. Al mismo tiempo también refuerza la memoria manteniendo siem-pre el aprendizaje. Lo que le ayuda, como valor añadido, a tomar las decisiones correctas sabiendo tanto de palabra como de hechos el actuar mejor que el día anterior. Como beneficio suplementario también consigue eliminar todo lo negativo e innecesario. Al contrario, en las personas que tienen averías físicas y psíquicas, -es decir con lo que cuelga hacia abajo en mal estado-, sus resultados acaban siendo cada vez más desfavorables.

Es una composición de todas las realidades que nos formamos a través de la imaginación. La memoria y el propio sueño con stituyen la imaginación referida a un tiempo de desarrollo humano. Todos nosotros conocemos de memoria las consabidas frases hecha del tipo de: “Consúltalo con la almohada” y “Las buenas ideas siempre surgen del silencio de la nada”. Resulta un tópico a la par que un lugar muy común y conocido por todos nosotros el afirmar que “El saber no ocupa lugar”. El lugar constituye un espacio por llevar. O lo que viene a ser lo mis mo: tu obligación consiste en llenar un espacio personal para el saber.


Formación más Cultura

En este pequeño ensayo me he propuesto hablar y ofrecer algunas pautas de conducta positiva para poder establecer una buena y eficaz comunicación humana. Para con-seguir tan noble propósito tienes que saber escuchar por amor a aprender. Lo mejor es entender que el otro puede tener razón. Permite a quien hable, que concluya. Las personas se habrán acercado más. Siempre se tiene que cooperar en Pro de una mayor cultura en un plan universal. Cuando una persona te dice: no, no sé, te equivocas, o te hace callar, de una forma inconsciente te está demostrando que se trata de una persona negada y que no se sabe escuchar. Con esa actitud negativa se autorretrata tal como es en realidad y también demuestra tener una prepotencia que es fruto de su mala educación. Ello es debido a que o bien no entiende nada o porque es incapaz de mejorar la comunicación que oye. Decir no se es lo mismo que tener una mentalidad de 12 o 14 años de edad. Quienes lo dicen demuestran que todavía tienen mucho que aprender en la vida. No es en absoluto bueno el hecho de tirarse piedras sobre su propio tejado porque a quien lo hace se le acabará por caérsele encima.

Cuando una persona hace callar a otra de forma autoritaria y perentoria, en primer lugar, ofende a los que le están escuchando. En segundo término, también ofende a quien habla. En tercer lugar lo que pretende tal sujeto, de forma consciente o inconsciente, es llamar la atención. Por último afirmamos que, al final, lo logra haciendo el ridículo y demostrando ser un maleducado. La verdad es que no hay ninguna necesidad de ponerse en evidencia de forma tan explícita. Cuando una persona pregunta algo nunca podrá contestarse, precisamente por que pregunta. La persona que pregunta duda y quien duda se equivoca. Y como resultado final de todo este proceso, quien se equivoca acaba siempre derrotado. Se trata de un proceso que siempre produce de forma invariable el mismo resultado negativo.

La comunicación constructiva está por encima del propio ser humano. Por lo que se refiere al mejor camino para lograrla siempre tiene que ser: simpático, positivo, lenta y también suavemente progresivo. A la hora de establecer una buena y correcta comunicación resulta del todo necesario el hecho de tener moderación, sensatez y templanza en el uso de las palabras. A la hora de dialogar tenemos la obligación de saber manejar nuestras propias emociones. Así como también debemos motivar, inspirar, guiar, persuadir, alentar y saberse escuchar. Como resultado de todas estas actitudes positivas y constructivas vamos a conseguir con total eficacia una buena y auténtica sintonía de grupo. En esto consiste el verdadero diálogo interpersonal así como también la auténtica y eficaz comunicación humana.


La incoherencia humana.

Hace algunos años, no demasiados, llevé una vida cultural muy activa participando en tertulias, debates, reuniones y eventos culturales de toda clase como salones y ferias de Barcelona y Hospitalet. Mi núcleo duro de estas actividades se centraba, sobre todo, en los Centros Cívicos y Asociaciones de Vecinos de los Barrios de Sants, Hostafrancs y La Bordeta de la ciudad de Barcelona. Incluso llegué a participar asiduamente en las célebres Tertulias del Pati Bull. ¡Qué tiempos aquellos!.

De esa época siempre voy a recordar con especial cariño que yo mismo pronuncié un par de conferencias en una sala del Centro Cívico de las Cotxeres de Sants. Mis intervenciones duraron unos veinte minutos cada una aproximadamente. A continuación en ambas di paso al Debate y al turno de preguntas y respuestas por parte del público asistente. De hecho, fomentar el Debate y el intercambio de opiniones con los asistentes fue el verdadero propósito de ambas ponencias. Mucho más que el de tratar de sentar cátedra y mi propio lucimiento personal. No obstante, tampoco está de más que ofrezca un extracto resumen de las principales ideas y líneas argumentales de lo que expuse entonces al público asistente.

En honor a la verdad debo confesar que no les puse ningún título concreto a ninguna de mis dos conferencias. Pero si puedo afirmar de forma clara que ambas charlas gira-ron en torno a un eje temático principal que podríamos denominar con el nombre genérico de la incoherencia humana sobre determinados comporta mientos personales en los que incurren determinadas personas de forma muy inconsciente y, hasta ciertos límites, también risible y divertida. En mis presentaciones de estos actos lo primero que declaré fue que yo vivía (y aún vivo) en un modesto pisito del barrio de Sants de Barcelona, relativamente cerca del mismo Centro Cívico de las Cotxeres de Sants. Ese pequeño apartamento tan solo tiene una sola habitación para mí. Así que yo no podía entender como era posible que hubiera determinada gente de alto poder adquisitivo y gran solvencia económica que vivieran en mansiones y/o palacios que podían llegar a tener 200 o 300 habitaciones. Total por muchas habitaciones de las que dispusieran en sus opulentas residencias tan solo podrían dormir en una sola habitación cada noche. Ese fue mi primer ejemplo de incoherencia humana.

A continuación expuse de forma pormenorizada dos ejemplos más que iban en la misma dirección argumental y que mis oyentes los comprendieron al instante sin ninguna dificultad por su parte. El primer ejemplo que ofrecí en esta parte de mi ponencia fue el de los fumadores empedernidos y grandes consumidores de tabaco en sus diversas variantes de consumo diario. No me cabía en la cabeza y me resultaba del todo inconcebible el simple hecho de que todos esos grandes fumadores no llegaran a darse cuenta del enorme daño para su salud que se auto infligían ellos mismos.

Ni que tampoco fueran conscientes del perjuicio que causaban a sus propios familiares y amigos a los que obligaban de forma indirecta a ser fumadores pasivos lo quisieran o no. Todos los estudios médicos y las estadísticas hechas sobre el tema del tabaquismo han confirmado de forma fehaciente estos perjuicios tanto individuales como colectivos que acabo de exponer. Aparte del hecho evidente y comprobable que la mayoría de ellos se despiertan cada mañana con un acceso de tos enorme como consecuencia de su tan nefasta adicción. Emiten unas toses que, oyéndoles, nos da la impresión que, de un momento a otro, van a escupir sus pulmones por la boca. Y aún así… ¡siguen fumando!.

El segundo ejemplo contundente del mis mo tipo de incoherencia humana que explique fue el del gran problema de la obesidad. Se trata de una enfermedad y de un enorme problema sanitario que cada día resulta más acuciante en la mayoría de los países del llamado “Primer Mundo”. La sobrealimentación y el ingerir ali mentos en exceso se ha convertido en un problema equiparable, en cierto modo, al del hambre. Si bien es cierto que la obesidad no mata tan deprisa como el hambre no por ello el resultado deja de ser el mismo pero con algo mas de largo plazo. La obesidad no se produce solamente por el hecho de comer en exceso y de forma compulsiva y desordenada.

También debemos tener en cuenta la baja calidad de la alimentación con sus excesos de calorías y de grasas saturadas. Existen numerosos estudios científicos sobre este problema que demuestran que la obesidad en los países del primer mundo es la segunda causa de muerte prematura después del cáncer de pulmón. Valga como ejemplo contundente el caso de los Esta dos Unidos donde existen 80 millones de personas obesas, muchas de ellas tienen, además, el nivel de la obesidad mórbida. No es un tema para tomárselo a risa. La gran mayoría de los países del mundo mundial no alcanzan la cifra de 80 millones de habitantes.

En términos jocosos podríamos estar hablando de una verdadera “nación” de los gordos. Vemos caminar con dificultad por las calles de las grandes ciudades americanas y europeas a personas que pesan entre 180 y casi 300 kilos, que parecen verdaderas bolas de sebo con patas. Y aun así… ¡Siguen comiendo!.

Si los dos ejemplos mencionados anteriormente no constituyen un claro ejemplo de incoherencia humana entonces reto a cualquiera de mis posibles lectores a que sea el mismo el que me explique qué es la incoherencia humana y que me demuestre con ejemplos claros y con cretos cuando se produce esa clase de incoherencia. Siguiendo con el mismo hilo argumental ofrecí dos ejemplos mas de incoherencia a la par de inconsciencia humana. En tercer lugar hice una mención explícita a la estúpida manía del coleccionismo de coches por parte, como es ló gico, de aquel tipo de personas que se la pueden permitir.

Existen numerosos millonarios y personas famosas de alto poder adquisitivo que en sus enormes garajes particulares tienen toda una flota de coches de lujo y de alta gama del tipo Mercedes Benz, B.M.V´s, Rolls Royce, Ferraris, Jaguar y Lamborginis, por citar algunos de los ejemplos más conocidos. Tal fue el caso de Elvis Presley que poseía una flota de Cadillacs, por citar un caso famoso. Fijaos en la gran incoherencia humana que todo esto representa. Por mucho dinero que tengan y por muchos automóviles de lujo que posean todos estos millonarios excéntricos jamás van a conseguir conducir mas de un solo coche por vez. Aparte del hecho evidente de que en cuanto pillen un atasco o embotellamiento complicado también tendrán que pringar y perder el tiempo en ellos.

Por muy de marca y de lujo que sea el coche que conduzcan en ese desagrable momento no podrán salir volando con ese vehículo de carretera. Pero como suele pasar todas estas reflexiones no van a servir para que quienes estén metidos en esta parafernalia coleccionista sigan practicando su particular incoherencia humana.

Para ir finalizando este pequeño ensayo dedicado al resumen de mis dos conferencias públicas ofrecidas en el Centro Cívico de les Cotxeres de Sants de Barcelona me referiré a una cuarta y última incoherencia humana. Se trata del nefasto y ruinoso vicio del juego. Pensemos por un momento en la cantidad de fortunas y patri-monios que se han arruinado por este pernicioso vicio.

Aunque desde mi punto de vista personal es mucho más triste y dramático cuando se trata de los casos de ludopatía que afectan a peronas pertenecientes a las clases trabajadoras y mas humildes de la sociedad. Reflexionemos ahora soxbre el hecho de que cada día numerosos ciudadanos anóminos acuden a los salones recreativos y también a las máquinas tragaperras de los bares de sus respectivos barrios con la intención de malgastar el dinero de sus exiguas nóminas y perder el tiempo con las vanas ilusiones de una posible ganancia a través de estas perjudiciales máquinas tragaperras.

Dinero que en realidad es necesario para alimentar y mantener a sus propias familias y pagar el colegio de sus hijos. Todo ello bajo la atenta y cómplice mirada de los dueños y/o encargados de esos bares y salones recreativos. Siendo lo más triste que pese a las grandes cantidades que pierden cada mes esto individuos… ¡siguen jugando!.

Hasta aquí he reproducido mis notas y recuerdos de lo mas esencial que dije durante estas dos conferencias que pronuncié hace unos años en una sala de actos del Centre Cívic de les Cotxeres de Sants de Barcelona. Mi modesta intención ha sido la de ofrecer esta transcripción en texto legible para que también se puedan beneficiar las futuras generaciones de todos mis potenciales lectores. Con este deseo mío con cluyo este escrito.


No estamos solos en el mundo.

Esta mañana me he levantado relativa mente temprano de la cama y lo primero que he hecho ha sido encender el interruptor de la luz de mi habitación. Si lo he podido hacer ha sido porque hace algún tiempo un electricista instaló ese interruptor y el sistema de cableado eléctrico de mi habitación y de mi piso particular en general.

A continuación he ido al cuarto de baño y me he duchado con agua caliente. Si lo he podido hacer es porque hace algunos años un fontanero profesional hizo las instalaciones de fontanería. Tras la ducha he bajado a mi calle del barrio de Sants donde vivo y me he dirigido a mi habitual Granja-Forn de Pa de la que soy cliente asiduo. Una vez dentro de ese local he pedido mi consumición de siempre para tomar mi desayuno. La camarera de este local me ha preparado y me ha servido un café con leche y un croissant normal que es lo que tomo siempre cada mañana para desayunar. Si lo he podido hacer es por que la camarera me lo ha servido y el panadero del Forn de Pa me lo ha preparado. Llegados a este punto de este relato mis potenciales lectores ahora mismo se estarán preguntando ¿a que viene ahora todo esto?. Lo que intento decir con toda esta explicación de carácter costumbrista sobre algunos de mis hábitos particulares es que no estamos solos en el mundo. Lejos de ellos tod@s nosotr@s estamos interrelacionados con todos los demás habitantes de este mundo.

Esta verdad tan obvia no siempre resulta evidente para muchos. Así que seguiré poniendo algunos ejemplos mas sacados de la vida cotidiana y de la experiencia diaria para que toda esta explicación resulte todavía mas evidente y comprensible para todos mis potenciales lectores.

Cada mañana miles de ciudadanos de Barcelona cogen los transportes públicos como el metro, el autobús y los tranvías para dirigirse hacia sus respectivos puestos de trabajo o a la universidad o centro de estudios. Se trata de una actividad cotidiana que la hacemos diariamente sin pensar y de forma casi automática sin reflexionar demasiado en ello. Pero hay un detalle que no se nos puede pasar por alto por muy despistados que estemos. Y es el simple hecho de que hoy hemos podido coger y viajar en nuestro transporte público habitual porque alguien que no somos ninguno de nosotros lo estaba conduciendo. Un hecho evidente que nos vuelve a poner en la clara perspectiva de que no estamos solos en el mundo por mucho que algunos se empeñen en pensar lo contrario.

Al finalizar la jornada laboral o los horarios de las clases estas mismas miles de personas se dirigen a los cines, los bares, salones recrea tivos y demás locales de ocio. Y lo pueden hacer porque en todos estos sitios hay un dueño o en cargado y personal de atención al cliente y de los servicios de limpieza y mantenimiento. Sin los cuales todos estos locales no podrían estar abiertos ni funcionar en modo alguno. Ahí teneis más ejemplos de que no nos encontramos solos en el mundo sino que, lejos de ello, todos estamos de alguna manera interrelacionados y nos necesitamos los unos a los otros. Creo que con todos estos ejemplos evidentes ya va quedando de una forma meridianamente clara lo que he tratado de demostrar en este pequeño ensayo personal que ofrezco a todos los que lo lean.


El sentido de la vida.

Hace uno años atrás escribí unos versos que expresan una determinada concepción sobre los seres humanos y su inevitable destino y que ahora me dispongo a reproducir:

Un centinela solitario
mirada perdida en la suerte.
Es una marcha macabra
camino hacia la muerte.

Debemos reconocer que resulta del todo evidente que la vida, vista desde esta perspectiva, no tiene ningún sentido. A pesar de todo esto, allí donde vayas siempre tienes algo que aprender. Como, por ejemplo, las normas de la educación, urbanidad y buena conducta. Existen desde el inicio de la civilización humana. Pero resulta muy curioso el hecho de pensar que, por el contrario, no existen normas establecidas en el mundo animal.

Así ocurre con los peces, los mamíferos y las aves. Y sin ir tan lejos, consideremos a nuestros propios antepasados, que hace unos 10.000 años también carecían de normas dignas de tal nombre. Cada individuo es portador de la vida, la realidad y la representación de la especie humana.

Pero en esa época los seres humanos no tenían ni había norma alguna. Al adolecer de ellas se guiaban por el “amor a la continuación y a la esperanza hacia una mayor inteligencia”. Eres un ser único y estamos aquí juntos compar tiendo este maravilloso planeta. Si quieres ser todo un campeón debes cumplir con tres virtudes básicas: equilibrio, talento y dominio de tí mismo. Estas tres cualidades te convertiran automáticamente en un auténtico ganador. Con simpatía y cultura conseguimos que de un extraño nazcan dos amistades o más.

Por último, es mi expreso deseo acabar este breve ensayo personal dirigiéndome a mis estimados lectores con esta perentoria exhorta ción: ¡Movámonos todos y ayudémonos!.


Crónicas de un pensador impertinente

Tal como recordarán los amables lectores fidelizad@s de la revista cultural Atenea XXI ya he publicado en anteriores ediciones algunos ensayos personales y artículos de opinión míos sobre varios temas de reflexión y de actualidad que someto a la aprobación y a la indulgencia de quienes han tenido la ocasión de leerlos. Hoy hablaré un poco sobre mí y luego derivaré los contenidos de este ensayo hacia temas más generales de posible interés y actualidad. Sobre mí os diré que soy un señor mayor que escribe sus reflexiones personales en una serie de Ensayos y Artículos de opinión. Algunos de ellos ya han sido publicados en esta revista y otros en publicaciones anteriores de escaso tiraje pero mucha ilusión y voluntad. Desde mi jubilación hace unos años (no diré cuantos) dedico la mayoría de mi tiempo de ocio a una serie de actividades culturales y participativas que considero que me aportan algo tanto a nivel intelectual como personal y humano. Recuerdo haber detallado la mayoría de estas actividades en algún número anterior de Atenea XXI. Entre estas actividades también figura el escribir y publicar estos artículos y ensayos.

Por el incómodo privilegio de la edad he vivido las 3/4 partes de lo que ya llevo de vida durante el pasado siglo XX. Esto me ofrece una perspectiva intelectual y también una experiencia vital de la que adolecen la mayoría de esos jovencit@s tab list@s con sus ordenadores portátiles, teléfonos móviles, ipods, tablets y demás parafernalia electrónica al uso. En cuanto a estudios formales reglados yo cursé la Escuela Primaria y los estudios medios del Bachillerato de mi época.

Como es lógico recibí una educación y una escolarización tan solo en castellano. Aun que entiendo y hablo correctamente el catalán no puedo escribirlo sin cometer numerosas e inaceptables faltas de ortografía por las circunstancias mencionadas de mi época de estudiante. Tras obtener el Graduado Escolar y el Título de Bachiller, no continué cursando estudios superiores de carácter universitario y/o académico.

El resto de mi educación y formación cultural es, por lo tanto, de tipo autodidacta. Aunque en mi relativamente extensa vida tuve la oportunidad de dar tres veces la vuelta al mundo durante la segunda mitad del pasado siglo XX. Tarea que me llevó más de los 80 días de la famosa novela de Julio Verne. He visitado la mayoría de países con destino turístico conocido y recomendado por todas las Agencias de Viajes. Excepto la Atlántida. Aunque tengo la intención de visitarla en un futuro cuarto viaje así que los arqueólogos finalmente la descubran con pruebas irrefutables.

Recuerdo con especial cariño y devoción los dos viajes que hice al Machu Pichu en Perú. En otro artículo tal vez cuente las incidencias y mis anécdotas personales en ambos viajes. Hacerlo ahora me desviaría de los propósitos de este ensayo. Eso suponiendo que tenga alguno.

Me suelo caracterizar por la originalidad de mis pensamientos, la contundencia de mis afirmaciones y por la inevitable impertinencia y rechazo que provocan mis opiniones políticas y personales. No es de extrañar, por lo tanto, que mis amistades y compañeros de las tertulias y debates me pusieran el sobrenombre de “Pere Punyetes” con el que, desde entonces, firmo todos mis ensayos y artículos de opinión al margen de que los haya publicado o no. También he llegado a enterarme de que mis detractores, a mis espaldas, también me han puesto el apodo de “Pere Palizas” que sobrellevo con toda la dignidad que he conseguido reunir. A principios de los años 80 tuve la ocasión de viajar a Moscú. Capital de la ya extinta Unión Soviética (U.R.S.S) siendo el secretario general del PCUS el camarada Leónidas Breznev (1906-1982), en plena “guerra fría” entre las dos Superpotencias del momento: U.S.A y U.R.S.S.

Ahora estos recuerdos me parecen tan lejanos en el tiempo como surrealistas en el espacio. En aquella ocasión tuve la ocasión de comprobar las supuestas “bondades” del mal llamado “paraíso” comunista. A la que te alejabas de la Plaza Roja, el Kremlin y los complejos hoteleros y visitas turísticas guiadas y autorizadas por el Partido, el panorama pintaba de forma muy diferente a toda esa tramoya propagandística oficial. En cuanto conseguí dar esquinazo a los pesados de los guías que me asignaron tuve la ocasión de internarme por unas estrechas callejuelas muy poco frecuentadas por los turistas extranjeros y visitantes ocasionales. La verdad es que ese panorama urbano me resultó muy descorazonador. Observe muchos edificios que tenían las fachadas, portales y balcones bastante deteriorados y que, por lo tanto, necesitaban de una urgente reforma. Algunos balcones y ventanas estaban cubiertas por unas lonas de color verduzco.

Los lugareños a los que les pregunté intentaron explicarme en un pésimo inglés con marcado acento ruso que el motivo de ello era que así es como anunciaban los vecinos del barrio que se iban de vacaciones fuera de Moscú. Pero todo era una patraña porque minutos más tarde con seguí averiguar la triste verdad: esas lonas habían ordenado colocarlas las autoridades municipales para anunciar que esos pisos estaban afecta dos de aluminosis y, en consecuencia, también servían de advertencia a los transeúntes de esas calles del inminente peligro de derrumbamientos.

Pero la más triste de mis impresiones personales de la ciudad no fueron sus problemas urbanísticos y arquitectónicos. Mucho más desolador me resultó observar con suma atención no exenta de perspicacia psicológica a la mayoría de los ciudadanos corrientes de Moscú. Daban una lamentable sensación de tristeza, resignación y humillación colectiva como jamás he visto en ninguna otra parte del mundo mundial. Lo explicaré de una forma metafórica para que se entienda sin necesidad de enrollarme más. Imagine el querido lector que susodichos ciudadanos moscovitas iban caminando en fila india por las calles de su ciudad mirando al suelo y con la cabeza agachada todo el rato.

Y si en algún momento alguno de estos tristes ciudadanos alzaba la vista del suelo y se atrevía a levantar la cabeza, de inmediato… ¡se la volvían a agachar a la fuerza! Incluso a bastonazo limpio si fuera preciso. Cuando regresé a Barcelona traté de explicarles a mis amistades y conocidos todas esas impresiones negativas de mi viaje a Moscú.

La mayoría de ellos las acogió con frialdad, desprecio e incluso con abierta hostilidad. Algunos de ellos me llegaron a decir que yo era un cantamañanas y que me abstuviera de explicar a nadie más mis opiniones personales que, según ellos, a nadie le importaban. Aparte del innegable hecho de que estaba contribuyendo a las calumnias y al juego sucio de la propaganda política de la derecha internacional. Motivo por el que desde entonces jamás he vuelto a hablar en público ni a escribir hasta ahora sobre este viaje a la ciudad de Moscú.

No menos controvertidas y polémicas fueron mis opiniones sobre el pueblo y la política del País Vasco. Y no menos rechazo y profunda hostilidad despertaron, si esto fue posible, en la mayoría de personas que por entonces tenía como amigos y conocidos. Me explicaré. Durante los años 90 del pasado siglo, en plena “era” de Aznar y siendo vigente el activismo violento de ETA, tuve la ocasión de realizar dos viajes al País Vasco de una semana de duración cada uno. Dejando de lado los paisajes rurales, el pintores co folklore popular y las obligadas visitas turísticas y culturales que tales viajes conllevaban, mi impresión general sobre el pueblo vasco y su situación política fue deplorable. Y por segunda vez, encima, cometí el error de explicarlo a mi regreso a Barcelona.

Lo que más me molestó del pueblo vasco fue la sofocante atmósfera de sobresaturación política y los intentos de justificación y/o comprensión de las actividades del activismo vio lento de ETA y de sus partidarios. Lo explicaré de una forma coloquial para que se entienda sin necesidad de hacerme pesado (otra cosa es que lo consiga). Cada vez que contactaba socialmente y me reunía con un grupo de lugareños o ciudadanos siempre ocurría lo mismo con el mismo formato. Primero las presentaciones y salutaciones de rigor seguidas de unos cinco minutos de cháchara consciente para coger confianza. Una vez establecida la confianza toda la conversación giraba en torno a un único tema monotemático.

A partir de entonces solo me formulaban un sola y omnipresente pregunta ¿Cuál era mi opinión política y personal sobre el Derecho de Autodeterminación del pueblo vasco? Y solo me preguntaban eso una y otra vez. Por suerte aprendí a elaborar una respuesta preparada que se ajustaba a lo que ellos querían oír. Así duran te esas conversaciones no cometí ningún desliz y conseguí salvarme de momento. Lo que me daba rabia es que nunca me preguntaron si yo era una buena persona, si había viajado a países extranjeros, que inclinaciones culturales y gustos artísticos tenía y cuáles eran mis hobbies personales. ¡Nada de todo eso! Me daba la desagradable impresión de que todo el resto de mi persona les importaba una mierda y de que con gusto la tirarían al primer contenedor de basuras que encontrasen tras finalizar esas conversaciones unilaterales.

De regreso a Barcelona no se me ocurrió nada mejor que contarles todas estas malas impresiones a mis amistades y conocidos con el consecuente y previsible resultado. Me dijeron que yo no había entendido nada de lo que había visto y oído. Que resultaba del todo imposible valorar correctamente la compleja situación del conflicto político vasco en apenas una escasa se mana de viaje. Que incluso aunque pasara todo el resto de mi vida allí no llegaría a comprenderlo del todo por el simple y evidente hecho de que yo no era vasco. Y que sería mejor que no volviera a hablar de ese tema y que me guardara mis molestas opiniones personales donde mejor me cupiera.

Me he reservado la traca final de este pequeño ensayo para hablar un poco sobre la etapa del franquismo aprovechando la ocasión de que durante este año 2020 se cumplió el 45º Aniversario de la muerte del llamado “Caudillo” Francisco Franco (1892-1945). Se trata de una oportunidad como cualquier otra para polemizar y levantar ampollas. Por el incómodo privilegio de la edad a mí me tocó vivir durante la mayor parte del Régimen del “Generalísimo” Franco y también los años posteriores de la mal llamada “Transición” española. No me motiva ninguna nostalgia ni ninguna complacencia hacia aquellos grises años. Aunque me molesta el oportunismo de algunas opiniones y el uso partidista de la historia de aquel período. Sobre la Guerra Civil Española (1936-39), el Régimen franquista (1939-75) y sobre la supuesta “Transición” Española hacia la “Democracia” (a partir de 1975 hasta no se sabe qué año) se ha mentido mucho y bien.

Lo que más recuerdo de aquel período histórico es el conformismo general y la aceptación tácita del Régimen de la gran mayoría de los ciudadanos que tuvieron el inmenso “privilegio” de vivir durante esos tristemente famosos 40 años. Respecto a eso yo no me engaño. Este viejo esturión ya está de vuelta de todo y no acepta las mentiras piadosas ni las valoraciones reconstruidas al uso. Durante el régimen franquista hubo cuatro lunáticos que apoyaron a Franco de forma pública, ruidosa y abierta.

También hubo cuatro sonados más que estaban en contra y trataron de oponerse. La gran mayoría de la gente vivió esa época pasando de todo y se acomodaba a la situación política e ideológica del régimen sin plantear especiales problemas. Así que no sé a qué viene a cuento tanta “memoria histórica” sobrevenida por parte de muchos de los que tuvieron la “suerte” de recibir una intachable educación “Nacional-Católica” y ver el “Nodo”.

No pienso malgastar mi precioso tiempo hablando mucho más sobre mis valoraciones personales acerca del Régimen franquista. Para finalizar este tema tan solo diré que rechazo de plano casi todas las “reconstrucciones históricas” al uso y los “profundos” análisis por parte de los historiadores, periodistas comprados y políticos oportunistas que han tratado de “reconstruir” un relato histórico a la medida de sus mezquinos intereses egoístas y sus insaciables ansias de ejercer el poder y practicar la corrupción económica para su único provecho personal. Verdaderos motivos por los que quieren tanto a la supuesta y tan cacareada “Democracia” española. Pero a mí personalmente lo que de verdad me da ganas de vomitar hasta mi primera papilla son todas las mentiras y justificaciones políticas e ideológicas que giran en torno a la mal llamada y (presuntamente) “ejemplar” “Transición” política española. No hubo tal cosa. Fue todo un montaje perpetrado por nuestra “prominente” clase política.

Los políticos que provenían del propio régimen franquista se pusieron de acuerdo con los políticos y sindicalistas de la oposición y de los que regresaban del Exilio. Con el saludable propósito de ponerse de acuerdo en el reparto del poder y asumir los privilegios y beneficios que su ejercicio público siempre conlleva. Después de repartirse los sillones de la Moncloa y los altos cargos políticos, a continuación, se dedicaron a reescribir la historia y a tejer un “relato histórico” aceptable y complaciente para así poder consolar al resto de la población española que no obtuvo nada práctico y tangible de todo aquel reparto oficial. El resto de nosotros simplemente aceptamos ese “relato” y nos tragamos alegremente todas las mentiras oficiales que nuestros “prohombres” de la política de entonces tuvieron la condescendencia de ofrecernos.

Durante el régimen de Franco también existió el nepotismo, el abuso de poder y la corrupción económica y financiera. Pero con la llegada de la “Democracia” todo eso aumentó de forma exponencial. El motivo fue que hubo que colocar a todo un ejército de enchufados, chupópteros y lameculos que venían de todos los partidos “democráticos” que se presentaron a las diversas convocatorias electorales. No niego que ya durante el franquismo existieron los enchufados. Pero eran relativamente pocos en compa ración. Con la restauración de la democracia los enchufados fueron tropecientos y su puta madre. Al día de hoy las cosas solo han cambiado para peor.

No dudo que las opiniones personales y valoraciones políticas vertidas en este pequeño ensayo van a molestar a muchos. Pero eso a mi edad me importa una mierda. Como bien dice cierto refrán español: “Quien se pica ajos come”. O como dirían los de mi generación: “¡Que les den!”. A este viejo esturión todavía le queda mucha artillería pesada por disparar. En este sentido prometo que un día hablaré sin cortarme y sin pelos en la lengua sobre esta maravillosa y encumbrada “democracia” española. Todo se andará y si no al tiempo. Como los sagaces lectores, sin duda, ya habrán adivinado hay muchos detractores míos por ahí que no paran de expresar un único y monotemático deseo: “¡Ojalá que se muera de una vez este vejestorio impertinente!

Lamento contradecirlos por el momento, pero debo decir a mi favor que por algún motivo de peso fue que me pusieron el apodo del Pere Punyetes.


Abrirnos, nutrirnos: encuentro de mundos

Mi primera recomendación personal al inicio de este ensayo es la de que tenemos que saber ser sólidos y, al mismo tiempo, también líquidos como el agua. Debemos aprender a ser incomprensibles a los cambios de volumen y forma, en un estado intermedio. Mantengámo nos todos fundamentales, firmes, densos, fuertes y resistentes.

A la par que también debemos permanecer verdaderos, asentados y establecidos con la Razón. Personalmente no creo en la Astrología. No obstante pienso que nos nos vendría mal el conocerla mucho mejor.

Al igual que muchos de vosotros todavía creo menos en los políticos y sus falsas promesas. La clase política es mucho más reciente que la antigua creencia en la Astrología. Pero aún así resulta mucho mas peligrosa para todos nosotros porque nos envuelven y siempre los tenemos encima.

En este breve ensayo me he propuesto salirme de mi línea habitual a la hora de concebir mi forma de escribir. En esta ocasión concreta estas líneas iniciales constituyen tan solo un preludio para mi labor mucho mas importante que os presento a continuación. Hace un tiempo atrás escribí este relativamente extenso poema en el cual expreso de forma sintética a la par que concisa todo el conjunto esencial de mi propia filosofía personal.

Con el deseo expreso que sea del agrado de los amables lectores a quienes este poema va dirigido y que esta introducción en prosa sirva de preámbulo a esta composición en poesía.

Enemigos no existen con amistad,
erradicar el castigo en la escuela,
hará convivir con propia identidad.
Ser libres como esta ave que vuela.

Sabes oír tu silencio,
espacio de sueños escondido,
música dentro del cuerpo.
Naturaleza, ¡Aventura!.

Es un sonido que envuelve
es poesía que cura.
Sabes vivir con silbidos,
somos solo un instrumento.

Conciertos para pequeños,
veréis ángeles al momento
y estaremos mas risueños.

Con estilos musicales,
vibras, ríes, cantas…
son juegos a raudales,
las manos hablan,
los dedos bailan.

Gran familia por conocer,
juntos en movimiento,
repertorio variado,
con orejas bien abiertas,
escenario bien hallado.

Viento, lluvia, fuego,
formas, figura, ilusión,
selva, sábana, desierto,
movimiento en el corazón,
agua, nieve, hielo,
todo es recuperado,
su paz es el gran anhelo.

Viajes con Historia,
sonidos de nuestra tierra,
recuperan la memoria.
Fascinante como un león,
insinúa maravillas,
excelente en su pregón.

Actuaciones completas,
mecenazgo de las reinas,
constante con esa ilusión,
en busca de Dulcineas,
artista, rica colección,
extraordinario temperamento,
se enfrenta a caminos nuevos,
llena su trayectoria
y todos juntos podemos.

El día menos pensado,
ruptura del lenguaje oficial.
Cada segundo aprendemos
un amplísimo repertorio
que se regala y no pesa.

¿El Pera, nuevo tenorio?
Variopinto con sorpresa,
mosaico de gran valor
duro como una roca
es gigante con honor.

El más original de los pecados.

Hace algunos años, ahora no recuerdo cuántos, fui invitado a asistir a un ciclo de conferencias organizado en tono a un Congreso de Teología. Se celebró en un enorme y conocido edificio de Barcelona habilitado para acoger y desarrollar esta clase de eventos. Primero nos hicieron guardar cola en un largo pasillo y luego
nos dejaron entrar a una enorme, espaciosa y moderna Sala de Actos que resultó muy concurrida. Tras la Presentación del acto los ponentes iniciaron la primera conferencia de este ciclo titulada: “Los orígenes del pecado original”. La ponencia transcurrió acompañada de un gran despliegue hermenéutico, una profunda erudición y un amplio soporte bibliográfico. Es tuvo apoyada de una generosa profusión de citas bíblicas, filosóficas y metafísicas.

A pesar de ello no me gustaron las conclusiones finales a las que llegaron los conferenciantes por lo que no tuve más remedio que intervenir cuando se inició el turno de preguntas y respuestas abierto al público. Así que me concedieron la palabra afirmé: “Si tal como afirma la Biblia Dios es el inventor del pecado original, entonces Dios es el más original de los pecados”. Tal aseveración produjo un enorme impacto en el público asistente a la Sala de Actos a la par que una mal disimulada indignación entre los miembros del grupo de conferenciantes.

Estos últimos, de hecho, casi me que rían expulsar de la sala y no permitirme asistir al resto de las conferencias programadas para este Congreso de Teología. A duras penas consiguieron calmarse los ánimos pero el resto de las intervenciones del acto se vio enrarecido a partir de mi intervención. No hablaré más de este asunto pero continuamos con el inevita ble tema de la religión.

Desde que me jubilé hace unos años, ahora no quiero recordar cuántos, dedico la mayor parte del tiempo libre que me ofrecen estos plateados años de mi senectud a asistir a conferencias, tertulias y toda clase de eventos públicos donde se habla de los temas más va riados que me interesan. La religión no escasea dentro de estos actos públicos a los que asisto con irreprochable regularidad. Cuando se inicia el turno de intervenciones abierto al público asistente siempre suele haber algún espectador que se embala con altas especulacio nes de carácter metafísico y altos vuelos mís ticos. Yo primero dejo que acabe su exposición y después lo interpelo diciéndole: “Perdone usted caballero. Si usted el que acaba de intervenir. ¿Verdad que hoy ha conseguido llegar vivo a su casa?. Pues confórmese con eso. Todo lo demás son meras especulaciones y posibilidades remotas que usted ni yo estamos en condiciones de comprobar”. La contundencia de mis intervenciones en los debates ha hecho que mis compañeros habituales de tertulia me hayan rebautizado con el previsible sobrenombre del Pere Punyetes.

Motivo por el cual desde hace algunos años, ahora no recuerdo cuantos, firmo mis artículos y pequeños ensayos con este inevitable seudó nimo. A mi siempre me ha hecho mucha gracia toda esa trillada historia del Salvador. Porque seamos sinceros y no vacilemos en preguntar nos: “¿Salvador de que?”. Consideremos con la máxima objetividad los sucesos de Galilea acaecidos durante el primer tercio del siglo primero de nuestra era. Si de verdad vino para salvar nos y redimirnos de todos nuestros pecados entonces debemos hacernos algunas preguntas inevitables. Por ejemplo: – ¿Cuántas guerras se han evitado desde el momento de su crucifixión y supuesta resurrección?.- ¿Cuántos casos de esclavitud y de explotación del hombre por el hombre se han evitado desde entonces?.- ¿Cuántas atrocidades, crímenes de gue rra y genocidios en masa se han conseguido evitar desde entonces? – ¿Cuántas contagios, enfermedades y hambrunas se han evitado desde entonces? epidemias,

La respuesta a todas estas preguntas, amigos míos, tal vez se encuentren flotando en el viento. Y luego esta el tema del Demonio, el otro gran fantoche de toda esta historia. En esta polémica materia yo soy de la misma opinión que el filósofo francés de la Ilustración Voltaire. Este pensador afirmaba que el Diablo es en realidad un optimista porque se empeña en empeorar al ser humano. Esta aseveración queda confirmada de sobras si damos un amplio vistazo a la Historia con mayúsculas y nos preguntamos con ella lo siguiente:- ¿Fue el Diablo o fueron los seres humanos los que han hecho todas las guerras con su inevitable tributo de muerte, sufrimiento y destrucción?.- ¿Fue el Diablo o fue el Hombre el responsable de todas las matanzas, genocidios y exterminios en masa?- ¿Fue el Diablo o fueron los científicos humanos los que inventaron la bomba atómica, la bomba de hidrógeno, las armas químicas y las bacteriológicas?. Armas de destrucción masiva que si algún día llegasen a usarlas a fondo provocarían la destrucción de la humanidad sin necesidad de ninguna intervención sobrenatural.- ¿Fue el Diablo o fueron los humanos los que han practicado la tortura tanto física como psicológica?- ¿Fue el Diablo o la humanidad quien ha extinguido numerosas especies animales, ha contaminado el aire, el agua y la naturaleza entera y que, además, también ha tenido tiempo de llenar el espacio exterior con toda clase de satélites inutilizados, maquinaria y herramientas extraviadas y demás basura espacial?.

Como acabamos de ver, en cuestión de maldades, el Hombre se desenvuelve muy bien el solo sin tener que necesitar la ayuda de ningún ser sobrenatural externo. Entonces cabe preguntarse: ¿para que sirve el Diablo?. Si de verdad existe un ser así ahora mismo debe estar en una oscura habitación del supuesto Infierno muy aburrido y frustrado viendo como los malvados humanos le roban todo el protagonismo y le impiden ejercer su propio trabajo. Las respuestas a estas preguntas, amigos míos, tal vez se encuentren se produjo el genocidio del pueblo de Camboya a manos del dictador totalitario Pol Pot y sus partidarios los jemeres rojos?.- ¿Dónde estaba ese supuesto Dios cuando, durante la década de los 90, se de sarrollaron las operaciones de limpieza étnica en las guerras de la ex Yugoslavia y el genocidio a machetazo limpio en Ruanda?. Vale que no pudo parar las bombas atómicas pero… ¡unos toscos machetes!.

Las respuestas a todas estas preguntas, amigos míos, tal vez se encuentren flotando en el viento. Yo no las encuentro. Este es el motivo por el que desde hace algunos años, ahora no recuerdo cuantos, considero que el hecho de mantener la creencia en ese supuesto Dios constituye el mayor y más original de todos los pecados.


San “Multiusos”

Todavía recuerdo el ambiente de trabajo que había durante el último puesto laboral que ejercí a finales de los años noventa del pasado siglo XX, justo antes de jubilarme muy a principios del siglo actual. Ahora no viene al caso el nombre concreto de mi última empresa, a que se dedicaban ni en qué consistían las funciones laborales que me habían asignado al ocupar mi último cargo. Toda esa información me resulta del todo irrelevante y en absoluto esencial para escribir este artículo de opinión. Aunque si considero muy valiosa la experiencia laboral adquirida durante el dilatado período en que terminé el Bachillerato hasta el momento de mi jubilación. Así como también las anécdotas personales experimentadas durante el tiempo de mi vida laboral activa.

En mi vida adulta he tenido que trabajar en diferentes empresas privadas para ganarme la vida. Aunque nunca he sido ningún laboradicto ni me he obsesionado por ningún trabajo en particular. Para mi los puesto de trabajo que he llegado a ejercer tan solo han sido un medio para obtener ganancias económicas para poder subsistir, comer y pagar mis facturas y recibos.

Mis verdaderos fines siempre han estado relacionados ya desde joven con el mundo de la cultura, el arte y, sobretodo, los eventos públicos de carácter socio-cultural tales como ferias, salones, congresos, simposios y conferencias de temas de interés general. Todo ello resulta mucho más evidente ahora que ya estoy jubilado y puedo dedicar la mayor parte de mi precioso tiempo libre durante mi plateada senectud a todas estas actividades que acabo de mencionar.

No me considero en absoluto un hombre particularmente religioso. Pero cada vez que me hablan de santos yo suelo decir que debería existir un santo que valiera para todo y que curara todos los males y cumpliera con todos nuestros deseos. Ese santo en particular se tendría que llamar San Multiusos. Y la verdad es que tuve la oportunidad de conocerlo en vida durante mi último puesto laboral en una empresa privada de Barcelona a finales de los años 90 del pasado siglo XX. Por supuesto que hablo en unos términos figurados no exentos de ironía y de un cierto sarcasmo. Pero se trata de una anécdota laboral verídica que ahora me dispongo a contar. Un día se presentó a mi empresa un nuevo empleado que, tras su obligada entrevista con el Jefe de Personal, se incorporó sin especiales problemas a nuestro equipo de trabajo.

Se trataba de un hombre de cuarenta años cuyo nombre no consigo acordarme. Era alto, ligera mente obeso y de pelo y barba castaño claro. En principio no tenía nada de particular por lo que tuviera que pasar a la micro historia de nuestra empresa. Lo que ocurre es que cometió el segundo error que nadie debe cometer en ninguna empresa bajo ningún concepto. El primer error consiste, tal como mis sagaces lectores ya ha brán adivinado, en hablar mal de las anteriores empresas donde has trabajado. Porque los compañeros de trabajo que lo oyen, de inmediato, piensan que quien lo hace también hablará mal de ellos en cuanto se cambie otra vez de empresa.

El segundo error que cometió nuestro “héroe” fue el de darse excesiva importancia explicando todo lo bueno que era y todo lo bien que ejercía sus tareas laborales en todas las empresas privadas anteriores en las que había estado trabajando. Circunstancia que le valió, por parte de sus nuevos compañeros, el jocoso mote de el “multiusos”. Así le llamamos a partir de entonces y en cuanto le cogías un poco de confianza podías llamarlo “multi”. El se lo buscó por hablar más de la cuenta.

En este nuevo apartado de mi artículo de opinión voy a entrar en el núcleo del asunto que os estoy contando. A la semana siguiente de que llegara este nuevo y motejado compañero laboral tuvimos una importante reunión de trabajo en la sala de reuniones del edificio de nuestra empresa privada. En susodicha reunión se discutieron diversos aspectos de la marcha de nuestro equipo laboral y propusimos varias tácticas y estrategias para incrementar la producción y los beneficios de nuestra empresa. En un momento determinado de esa reunión el nuevo se discutió con la veterana de la empresa, la señora Montserrat; más conocida como “la Montse”.

Ahora mismo no recuerdo el motivo específico de la discusión y, dicho sea de paso, tampoco viene al caso ni resulta esencial el hecho de saberlo. Lo que si me viene a la memoria como si fuera ayer es que la Montse estalló y le dijo a grito pelado: “¡Tu calla, novato!. Tu eres “San Multiusos”. De ahí le quedó lo del Santo y a partir del mismo momento en que finalizó esta polémica y agitada reunión de trabajo siempre le llamamos así. Aunque el sujeto en cuestión no se lo tomara demasiado bien.

La señora Montse era una vieja algo chiflada que, cuando no hablábamos de temas del trabajo y de empresa, ella siempre estaba hablan do de sexo. La verdad sea dicha es que hacía algo el ridículo a su edad. Lo que pasaba era que los jefes de nuestra compañía se lo toleraban y hacían la vista gorda porque era una veterana que cada mes hacía una buena producción y eso lo es todo en cualquier empresa privada. Además, la sra. Montse siempre se jactaba de ser la prima de un importante escritor catalán de la novela de la posguerra española porque su primer apellido coincidía con él. No pude comprobar si tal afirmación era cierta o no pero no mencionaré ningún nombre propio para no comprometerme.

A la semana siguiente la empresa hizo una promoción especial de productos y servicios de la compañía. Para incrementar los beneficios, según el volumen de compra que hicieran los potenciales clientes incluimos en sus pedidos el regalo de un aparato de D.V.D. que por aquel en tonces se estaban introduciendo en España los primeros modelos de las marcas que los comer cializaban.

Coincidió el hecho de que se incorporan a nuestra plantilla cuatro chicas nuevas. En una sala habilitada para probar el funcionamiento de los productos nuevos el “multiusos” les estaba explicando a las cuatro nuevas como funcionaba el D.V.D. de la promoción especial que íbamos a lanzar al mercado.

Cuando llegué a la Sala de Reuniones, la señora Montse me preguntó por el “multiusos” y yo le dije que les estaba enseñando a las nuevas como funcionaba el aparato del D.V.D. de regalo de promoción. A lo que la Montse me replicó en su tono de sarcasmo habitual: “Más le valdría al “multiusos” que les enseñara a estas chicas como funciona el suyo de aparato”.

No demasiado tiempo más tarde me jubile a los 65 años como era habitual por aquel entonces. Lo que sucedió muy a principios del actual siglo XXI. A partir de ese momento he ido de dicando el precioso tiempo libre de mi plateada senectud a mis actividades socio-culturales; tal como ya he explicado en el segundo párrafo de este modesto artículo de opinión que, seguramente, no pasará a la historia ni falta que hace.

Casi nunca he vuelto a pensar mas en mis puestos de trabajo anteriores a mi fecha de jubilación, prefiero pensar en otras cosas que me llenan mucho más tanto a nivel intelectual como a nivel humano. No obstante, hace unas semanas me vino a la cabeza esta anécdota de mi vida laboral. Motivo por el que me decidí a escribir este nuevo artículo de opinión. Pensé en este antiguo y poco afortunado compañero de traba jo en estos términos: “¿Qué se habrá hecho del “Multiusos”?. A lo mejor habrá aprendido la lección y a comportarse de una forma mucho más prudente. Hablar más de la cuenta siempre trae problemas. Hablar poco, por contra, nunca le ha hecho mal a nadie. Ignoro si llegó a cambiar de empresa después de mi jubilación. Pero si lo llego a hacer, tal vez ahora ya no le llamen más el “multiusos”. Espero por su bien que así sea.


¿Qué me importan esas malditas Torres?

Debido a un extraño azar de la micro Historia el año de mi jubilación coincidió con un trágico suceso que estrenó el siglo XXI. Tal como mis sagaces lectores ya habrán adivinado, se trata del atentado del 11 de septiembre de 2001 contra las dos Torres gemelas del World Trade Center de Nueva York. Este trágico suceso fue sobre inflado mediáticamente por la prensa internacional y por los llamados “Mas Media” (yo les suelo llamar los “Mas Mierda”). Durante los primeros años de este joven siglo XXI no ha parecido existir nada más que este evento. Pero lo cierto es que los medios de ¿información? manipulación ya venían ocupándose del terrorismo islámico desde hacía mas de 20 años como si no existiera ninguna otra noticia que dar.

Todo ello con la clara intención de meter miedo a la gran mayoría de la población mundial. En honor de la verdad debo decir que todas las informaciones referentes a la política nacional y la internacional me interesan relativamente poco. Estoy mucho mas interesado en otros temas de reflexión que considero mucho mas importantes tanto a nivel mental como humano. El mas destacado para mí es la relación del hombre con la naturaleza y nuestro papel en el universo. Las llamadas noticias “importantes” me producen jaqueca y las considero, en términos generales, como una inútil pérdida de tiempo. Prefiero dedicar el valioso tiempo libre de mi plateada senectud en otros asuntos que son de mayor interés para mí.

Naturalmente que no he podido evitar hablar de este fastidioso tema debido al constante bombardeo mediático y las omnipresentes portadas de la prensa diaria durante estos primeros años del siglo XXI. Pero siempre que ha ocurrido esta circunstancia he tenido la gran tentación de responder con otra pregunta como suelen hacer los gallegos. Y esta pregunta sería: ¿Qué me importan a mi esas malditas Torres?.

as allá del intenso bombardeo mediático y las portadas de la prensa generalista lo que realmente me ha preocupado de este evento son sus consecuencias sociales, informativas y políticas. Me refiero sobre todo a la censura, el ejercicio del control y el recorte de las libertades que se produjeron en Estados Unidos y que, de forma algo más atenuada, se han intentado implantar en Europa en general. El desencadenante de estas medidas fue la aplicación de la mal llamada “Patriotic Act”. Ley que impuso una férrea censura no solo en la prensa escrita y los medios de comunicación audiovisuales e Internet. Sino que también afectó a las cadenas musicales y emisoras de radio donde fueron prohibidos muchos conjuntos musicales y conocidas canciones de rock-pop. Incluso se prohibió la emisión de canciones de Frank Sinatra. Figuraos que en aquel entonces ni siquiera existía el Rock and Roll.

Otra vez la vieja y descarada censura se impuso con total impunidad. Y lo más grave de todo es que contó con la borreguil sumisión de la gran mayoría de periodistas, escritores, intelectuales y presentadores mediáticos de Estados Unidos. Indigno espectáculo impropio del recién estrenado siglo XXI. Tan solo pudimos contar con dos honrosas excepciones que no se bajaron literalmente los pantalones. Me refiero, en primer lugar, al lingüista Noam Chomsky. Quien denunció abiertamente en sus libros y artículos de opinión posteriores al 11 S todos los abusos injustificables de la Censura y la ilegalidad de la Patriotic Act.

En segundo lugar consideremos al polémico director de cine norteamericano Michael Moore quién denunció toda la manipulación informativa y mediática provocada por la primera legislatura de George W. Bush en su impactante documental “Fahrenheit 451”. Dicho sea de paso la palabra inglesa “bush” significa “arbusto”. Una clase de planta muy mediocre que ya le vale a ese Presidente americano de tan cortas luces. Por no hablar de los métodos mas que dudosos con los que llegó a la Presidencia.

Una vez amordazada la Prensa y silencia dos los “Mas Media” gracias a la vieja y descara da censura, el paso siguiente fue el de provocar las guerras de Afganistan e Irak bajo el pretexto de combatir a los talibanes, en el primer caso, y de buscar las supuestas “Armas de Destrucción Masiva” en el segundo. Cuando en realidad de lo que se trataba es de controlar los acueductos de gas natural en Afganistan y apoderarse de las reservas de petróleo del segundo país productor de crudo en el caso de Irak. Todo ello sin olvidarnos que los mas importantes miembros del Gabinete del Bush Junior, entre ellos Donald Rumsfeld y Dick Cheney, se beneficiaron descaradamente y obtuvieron pingues beneficios para sus empresas privadas de extracción y venta de ambas fuentes de energía.

Debido a todas las razones anteriormente expuestas, ya empiezo a estar mas que harto de todas las noticias e informaciones referentes a los atentados de las Torres gemelas del World Trade Center de Nueva York del 11 de septiembre 2001. Me avergüenza reconocer que, en parte, los primeros años de mi jubilación han estado muy marcados por estos acontecimientos sin comerlo ni beberlo. Ya me he cansado que desde fuera me digan lo que es importante y lo que no. A mi me gusta decidir por mi mismo a que doy prioridad y cuales son mis verdaderos motivos de reflexión a la hora de escribir estos pequeños ensayos y mis artículos de opinión.

Si estuviera dotado de talento musical y poseyera una bonita y potente voz me dedicaría a componer canciones en lugar de escribir con mi máquina Lettera 35. En concreto me hubiera gustado mucho ser un cantautor. Así podría componer la letra de una canción que llevaría por título: “¿Qué me importan esas malditas Torres?.


Hacia la Gran Hoguera de las Vanidades

Muchas veces me pregunto hacia donde va todo y como acabaremos al final de los días. Soy un hombre lo bastante mayor como para no creer en ciertas mentiras aceptadas por casi todo el mundo y en ciertas ilusiones consoladoras. La principal mentira que pretendo desarmar es la de la modernidad y el mal llamado “Progreso”.

Aunque tengo la íntima convicción de que ya se desacreditan por sí mismos. En realidad no existe ningún progreso, se trata de una falacia que fue inventada por los filósofos franceses de la Ilustración del llamado Siglo de las Luces (siglo XVIII) y mantenida por los científicos y técnicos del siglo XIX con la doctrina del cientificismo. Ambos grupos elaboraron una concepción teórica muy ingenua y simplista del Progreso.

Creían a pies juntillas que la mera acumulación de descubrimientos científicos y de aplicaciones tecnológicas ayudarían a mejorar por sí mismos la sociedad, la política, la economía y todo lo demás. La Historia contemporánea ha demostrado de forma evidente que los resultados no han sido los que todos estos defensores de esta concepción ingenua del progreso esperaban.

Remitámonos a los hechos.

Examinemos un poco la violenta historia del pasado siglo XX, especialmente la de su primera mitad. Una primera mitad de siglo que provocó dos Guerras Mundiales con su epílogo del Holocausto y el lanzamiento de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Seguidas de una división en dos bloques políticos e ideológicos irreconciliables liderados por dos grandes superpotencias: U.S.A. y U.R.S.S. La segunda mitad del siglo XX y los años que llevamos del XXI no han sido mucho mejores en este aspecto.

Ya llevamos décadas enteras salpicadas de conflictos armados regionales, revoluciones políticas sangrientas, crisis económicas y financieras y de terrorismo internacional. Por no hablar de la irrupción y protagonismo de grandes dictadores tiránicos y sanguinarios como Hitler, Stalin, Mao Tse-Tung, Pol Pot; solo por mencionar algunos de los más importantes y contundentes. Todos ellos responsables de decisiones políticas e ideológicas que provocaron docenas de millones de muertos y ruina económica.

A consecuencia de ello debemos formularnos una pregunta ineludible: ¿Es lícito seguir hablando de progreso después del Holocausto y de Hiroshima?. Para mí está muy claro que la respuesta es que no. Ha quedado mas que demostrado con hechos irrefutables que la mera acumulación de descubrimientos científicos y de aplicaciones tecnológicas no garantiza en absoluto el progreso y la mejora en los otros aspectos de la sociedad y de la vida humana. Tan solo nos hemos vuelto todos mas peligrosos y arrogantes. Pero no mas “evolucionados” en ningún sentido.

En la actualidad la población mundial se compone de unos 7.300 millones de habitantes que, en pocos años, llegarán a los 10.000. En este mundo superpoblado tan solo un uno por ciento de la población dispone del 90% de la riqueza global y de los recursos económicos, financieros y energéticos. El resto del 99% de la gran mayoría de la población mundial se reparten las migajas del 10% de todo lo que queda. Una franja minoritaria de ese 99% está compuesto por las clases medias, que tienden a disminuir y a desaparecer. La gran mayoría restante la compo nen los trabajadores y los pobres. Estos últimos van de la pobreza relativa a la pobreza extrema.

En esta población de 7.300 millones de habitantes encontramos, por lo tanto, 73 millones de multimillonarios rodeados de 7.000 millones de trabajadores y pobres en diferentes grados. La pregunta obligada que debemos ha cernos es: ¿Cómo se conforma la gran mayoría a la hora de aceptar esta desigual situación?. Para esa pregunta tan solo existe una única respuesta posible. Es gracias a la publicidad comercial y la propaganda política, la manipulación y el control absoluto de los medios de comunicación (“Mass Media”) y de la prensa escrita y la invasión a la privacidad mediante el espionaje policial y el control informático.

Todos estos sistemas modernos persiguen un único objetivo: ejercer el control de las masas y la manipulación de las mentes y voluntades para asegurar los privilegios de esa minoría del 1% de la humanidad. El otro 99% de la población debe conformarse con trabajos alienantes, aburridos y repetitivos (en el mejor de los casos). Y en el peor, los más desafortunados, deben aceptar su condición de pobreza y sufrirla en silencio sin plantear rebeliones ni revoluciones de ninguna clase. Salarios de mil eurista (o de menos) y pensiones de miseria es lo único que el Sistema tiene reservados a los mas “afortunados”. ¡Es para darse a la bebida!.

En este último apartado de este pequeño ensayo personal deberíamos formular una pregunta tan inevitable como obligada: ¿Qué pasará el día en que todo este complejo internacional de desinformación, control digital y manipulación informativa se derrumbe?. La primera respuesta evidente sería que todo el Sistema que produce estas injusticias sociales y desigualdades económicas y financieras se derrumbará como un castillo de naipes. Esto es lo que en realidad mas temen los poderes que controlan y manipulan según sus propios intereses todo este Sistema injusto y obsoleto. Ese es su verdadero “Horror Vacui” inconfesable. En el fondo saben que no podrán evitarlo. Todas las sociedades que con forman este mundo globalizado se hundirán de forma irremediable en medio del caos, la desesperación y el horror.

Este mundo injusto, al final, arderá en medio de una gran Hoguera de las Vanidades. Recordemos lo que ya dijo el gran Rey sabio Salómón el el Libro del Eclesiastés de la Biblia: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad”. Acabaremos disparándonos y matándonos unos a otros por las calles de nuestras flamantes grandes ciudades. Tal como ya sucedió en la ciudad de Sarajevo durante la Guerra de la ex Yugoeslavia. Acabaremos también recurriendo al canibalismo para sobrevivir cuando esta sociedad global colapse y se hunda del todo y para siempre.

Nos comeremos los unos a los otros en medio de una gran orgía de sangre y carne. Con seguiremos restaurar la tan temida y pospuesta Ley de la Selva en la que tan solo sobrevivirán los mas fuertes y adaptados (no los más ricos). Al final de todos los tiempos este planeta humano se consumirá en medio de una gigantesca Hoguera de las Vanidades.


Origen y final del Universo

Desde que me jubilé que no he parado de dedicarme a toda una serie de actividades culturales de carácter social y participativo. Tales como asistir a conferencias, charlas, debates, simposios y congresos que despierten mis inquietudes personales. No sirvo para malgastar todos mis días en el bar bebiendo, fumando y hablando de fútbol y de chorradas. Tampoco se me da demasiado bien el juego de la petaca y el estar sentado en un banco del parque leyendo el periódico tal como hacen los otros “viejos”.

No me identifico con la gran mayoría de la gente “normal” que tan solo buscan diversiones estúpidas, entretenimientos superficiales y su obsesión por “matar el rato”. Lejos de todo ello lo que busco es cultivar mi mente, aprender y participar de forma proactiva en eventos y actos sociales de carácter cultural.

Motivado por estas actividades asistí una tarde a una conferencia sobre Astronomía que la daba un astrónomo en la sala de actos de un centro cultural de Barcelona. Esta ponencia en cuestión llevaba por título: “Origen y final del Universo”. A pesar de la pretenciosidad de tan rimbombante título asistí a esta conferencia en persona. A mi nunca me ha gustado toda esa parafernalia arrogante que supone el hecho de ponerse a hablar con supuesta propiedad y a pontificar desde una tribuna. Yo no lo tolero.

El ponente nos explicó las mas importantes teorías sobre los orígenes y el final del universo acompañadas de un aparatoso despliegue de imágenes proyectadas en una pantalla de la sala de actos del centro cultural donde la estaba dando. Empezó hablando de la teoría del “Big Bang” (Gran explosión) y acabó su charla con la no menos reputada teoría del “Big Crunch” (Gran contracción). Contó en todo momento con la atención y la estupefacción del público asistente que le escuchó en gran silencio.

Al acabar su exposición se abrió un turno de preguntas y respuestas en el que, como casi siempre, yo fui el primero en intervenir. Me puse de pie desde mi butaca y me dirigí al conferenciante en estos términos: ¿Cómo pretende saber cuando se producirá el final del Universo?. ¿Acaso sabe cuando se va a morir usted?. El interpelado se puso pálido como el mármol y tardó treinta largos e incómodos segundos en reaccionar. Cuando lo hizo fue para peor ya que bajó del estrado y se puso a perseguirme por toda la sala porque me quería pegar. Una actitud para nada científica dicho sea de paso. Al final conseguí acercarme a la puerta de salida lateral de la sala de actos, la abrí y me escapé como pude de aquel centro cultural de Barcelona.

Durante todos estos años he tratado de entablar un diálogo razonable y una conversa ción inteligente con varias personas “importantes” ,bien consideradas y de alto estatus social y presunto prestigio intelectual. En la mayoría de los casos en que he hecho eso me he llevado una gran decepción y un amargo sabor de boca. El motivo de todo ello es que he llegado a darme cuenta de la falta de sinceridad humana y de honestidad intelectual de todos esos personajillos tan encumbrados. En esas ocasiones he tenido la oportunidad de constatar por propia experiencia personal la falta de sinceridad y el vacío hueco que poseen esta clase de personas. Una gran verdad me ha sido revelada a través de su trato personal.

El hecho incontestable de que no se puede establecer un debate intelectual sincero con ellos porque defienden, por encima de todo sus propias posiciones de poder. Tal es el caso de catedráticos y rectores universitarios, médicos, abogados, altos funcionarios y jerarquía eclesiástica entre otros.

Tampoco he tenido demasiada suerte con la mal llamada gente “normal” a quienes ni tan siquiera les interesa ni les preocupan tales temas y cuestiones de debate. Para ellos ya les vale ver y hablar de fútbol, ver la televisión todo el día o “matar el rato” en los bares bebiendo, fumando y hablando de fútbol, temas de cotilleo y de tonterías.

Por desgracia ellos constituyen la gran masa social que infesta los pueblos y los barrios de las ciudades modernas. Motivo por el cual yo siempre selecciono mis actividades culturales y los grupos de tertulia y debates en los que realmente deseo participar. Resulta muy triste constatar que las grandes masas se autoexcluyen de todas estas actividades y “pasan” de todo ello. Aunque yo personalmente les replicaría que solo pasan los que no llegan. El imperio de los pasotas no es mas que un gigante que tiene los pies de barro. A toda esa gente no les preocupa cuando va a llegar el final del universo. Ellos no se meten en esas profundidades. Lo que en realidad debería preocuparles es el hecho de que sus propias vidas carecen de finalidad.


Sin ofender a mis antepasados

Si hay alguna cosa que realmente no soporto en esta vida es el hecho de que alguien (sea quien sea) ofenda a mis antepasados prehistóricos. Eso es algo superior a mis fuerzas que no podría soportar aunque me entrenase para ello. Y esto es precisamente lo que sucedió hace ya algunos años cuando llevaba una vida cultural muy activa.

Me dirigía caminando después de salir del metro en dirección al Centre Cívic de “Les Basses” que está situado en el barrio de Horta-Guinardó de la ciudad de Barcelona. Bien vale decir que el nombre de este centro cívico resultaba muy apropiado para mi persona ya que yo me apellido precisamente Bases. Todo parecía apuntar hacia una de esas confluencias que el inexorable destino nos tiene reservadas tanto si lo creemos como si no. Yo personalmente me siento muy inclinado a a este tipo de creencias.

El motivo por el cual me dirigía al Centre Cívic de “Les Basses” era de orden personal. Aquella tarde de otoño había quedado para reunirme con un grupo de escritores y de artistas que estaban haciendo y promocionando una revista cultural de aparición trimestral en forma to papel de tamaño Din-A 4. Solían reunirse en una pequeña sala que la Dirección de ese Centro Cívico les había facilitado con el propósito de preparar las ediciones de los números de su revista y revisar los contenidos e ilustraciones que iban a entrar en cada número de la misma. Si la memoria no me falla creo recordar que se reunían todos los jueves por la tarde de 5 a 8 p.m.

Cuando llegué a la sala de reuniones del Centre Cívic Les Basses donde desarrollaban su actividad editorial me presente ante el grupo que, en esos momentos, se hallaban muy enfrascados en su trabajo de selección y preparación del próximo número trimestral de su revista cultural en formato papel. Les prometí no interferir en la labor editorial que estaban haciendo. Aunque, por desgracia, no tardé mucho tiempo en romper mi reciente promesa. Como siempre mi carácter polémico me traicionó una vez mas y me puse a discutir con los miembros del grupo sobre temas sociales, políticos, culturales y sobretodo lo divino y humano.

Hacia el final de mis discusiones me centré en un debate a dos con el fotógrafo del grupo. El era un vegetariano radical que defendía a muerte la comida vegetariana y la alimentación saludable y dietética. Por contra, yo era partida rio de una alimentación que incluyera la carne como una de las fuentes principales de nutrición. La discusión se acaloró un poco y le dije a mi interlocutor que la práctica alimenticia de la comida vegetariana ofendía a mis antepasados. Lo que quise decir con esta frase es que durante la prehistoria nuestros ancestros se vieron obligados a cazar animales mamíferos y a comer su carne para poder sobrevivir en condiciones no muy favorables. Si entonces los hombres prehistóricos no hubieran comido carne nosotros ahora no estaríamos aquí. Tal vez mi enfoque de la discusión con el fotógrafo del grupo editorial fuese un tanto desafortunado pero ya estaba dicho.

Tras finalizar esta agria discusión abandoné la sala de reuniones poco antes de que el resto del grupo de la revista se fuera a las ocho de la tarde. Mientras me dirigía de nuevo a la entrada del metro de la Línea 5 en la que había llegado mi cabeza se hallaba en completo estado de ebullición. Varias ideas acudían a mi mente sin que yo las pudiera controlar. Entonces pensé que la comida vegetariana no era lo único que ofendía a mis antepasados. Nuestro mundo moderno esta lleno de ofensas hacia ellos.

En primer lugar consideremos la superficialidad intelectual de la mayoría de la gente urbana y la exasperante banalidad en que transcurren sus vidas. Cada día me interesa menos lo que piensen y hagan toda esa masa de imbéciles que pululan por nuestras grandes ciudades. Ni la forma en que malgastan su tiempo y su dinero en una estresante búsqueda de diversiones inocuas y entretenimientos inútiles. Así que me hice una pequeña reflexión que, sin ofender a mis antepasados, deseo compartir con todos mis potenciales lectores. Si los primeros monos humanoides que se bajaron de los árboles para tratar de caminar recto por la sabana africa na ahora vieran en qué se ha convertido nuestro mundo moderno, seguro que se hubieran quedado en la copa de los árboles.


¿Hay inteligencia?

Hace unos días y sin saber con exactitud porqué, me vino a la memoria la Fiesta Internacional de la Literatura que se celebra en el CCCB cada dos años. En concreto recordé el Kosmopolis que se celebró en el año 2004. Y no es por casualidad porque ese lo recuerdo con meridiana claridad debido a circunstancias personales que ahora me dispongo a explicar. En ese evento concreto coincidí con un pequeño grupo de escritores y artistas que formaban parte de una Asociación Cultural de Barcelona que editaban una revista de contenidos literarios y artísticos. Se trataba de una revista de aparición trimestral en formato papel del tamaño Din-A 3 con cubiertas de color amarillo marfil. Yo ya había coincidido con ellos en algún que otro evento cultural, así que me alegré de volver a verles de nuevo.

El caso es que nos encontramos en el pasillo interior del enorme edificio del CCCB con la intención de entrar en una sala de actos donde estaba a punto de celebrarse una conferencia titulada “La maleta literaria”. La daban cuatro escritores de literatura latinoamericana que ya nos esperaban en la tarima de la sala de actos cuando entramos en ese recinto. En honor a la verdad yo no esperaba nada en concreto sobre esta ponencia. Aunque debo reconocer que, al principio, tampoco esperaba encontrarme con la gran decepción que se estaba a punto de producir en esos precisos momentos y de la que íbamos a ser testigos.

El caso es que entramos en la sala de actos y los cuatro ponentes empezaron a explicar anécdotas personales y chistes, nada de sustancia. No hablaron en ningún momento de técnicas de narración, ni de las modas y novedades que se estaban produciendo en la literatura de ese momento ni de las corrientes literarias vigentes. Recuerdo con meridiana claridad que ya me estaban empezando a entrar náuseas de escuchar tanta banalidad e insulsas anécdotas sin sentido. Casi estuve a punto de levantar la mano y de llamarles la atención en público sobre los contenidos de toda esa charla superficial e irrelevante.

De buena gana les hubiera dicho en voz alta: “¡Ya está bien de tanta cháchara inútil!. ¿Quiénes os creéis que sois?. Por mucha importancia que os deis, cuando llegue el final de los días, la gran mayoría de la gente solo se acordará de Jesucristo porque era muy bueno y de Hitler porque era muy malo”. Por suerte me contuve porque sino la hubiera liado parda, tal como ya la había liado en otras ocasiones. Ya me esta ba doliendo la cabeza de escuchar tanta inútil superficialidad. Por suerte se acabó esa “conferencia” y salimos otra vez de la sala de actos al pasillo.

Cuando me volví a juntar con el grupito de la revista no pude reprimirme de dar mi opinión personal sobre la charla que acabamos de oír. Recuerdo que les dije que había sido un rollo y una inútil pérdida de tiempo. De lo único que hablaron fue de “yo, yo, yo”. Cuando lo que realmente importa es contestar a una simple pregunta: ¿Hay inteligencia?. Porque si no la hay entonces, ¿para qué sirve todo lo demás?. Los miembros del grupo estuvieron completamente de acuerdo conmigo y continuamos debatiendo sobre otras cuestiones relacionadas de forma directa o indirecta con la soporífera ponencia que acabábamos de escuchar.

Unas pocas horas después salí del recinto del CCCB y me enfrasqué en un intenso monólogo interior. No podía quitarme de la cabeza lo insustancial del acto al que había asistido aquella tarde. Pero pronto les perdoné la vida a quienes lo hicieron. En ese momento empecé a pensar en todas aquellas personas, que constituyen la gran mayoría, que ni siquiera asisten a este tipo de eventos culturales. Independientemente que sus contenidos y resultados sean buenos, malos o regulares. Toda esa gente vive sus vidas vacías e insípidas en medio de una profunda superficialidad y falta de estímulos culturales, artísticos e intelectuales. Viven sus vidas sin sentido aparente pasando por el mundo como si fueran mariposas sin cerebro; aleteando alegremente como si nada. Para esa gran masa de imbéciles se encuentra por completo fuera de lugar el hecho mismo de preguntarles si hay inteligencia.


Falacia de la idea de “Progreso”.

Dos de las ideas más falaces que existen en nuestro mundo contemporáneo son, precisa mente, las ideas de modernidad y de progreso. No existe ningún progreso. A menos que entendamos por tal a la tecnología y sus aplicaciones. Por lo que a mi respecta la tecnología ya se la pueden guardar donde mejor les quepa. Basar la idea de Progreso tan solo en los avances de la ciencia y el desarrollo de las aplicaciones tecnológicas no es más que parafernalia humana y pajas mentales. Se trata de un claro ejemplo de estulticia humana del que son cómplices los periodistas, los presentadores de radio y televisión y los propagandistas al uso del Sistema establecido.

Nosotros hemos venido a este mundo para comer y para sentarnos encima de una piedra. La única tecnología que debería existir es otra piedra algo más grande y plana en su tope para que nos sirva de mesa para poder comer. Y no me refiero necesariamente a comer pizza y hamburguesas. Todo lo demás sobra y estorba. Los seres humanos no han llegado a este planeta para ver la televisión, sentarse frente a la pantalla de un ordenador, ver y hablar de fútbol todo el día, comer pizza, hamburguesas y helados o para beber coca-cola y cerveza. Eso lo pueden llegar a pensar los mediocres y los garrulos. Pero eso no es digno de seres pensantes.

A menudo me he preguntado hacia donde va todo y como acabaremos al final de los días. En el momento en que estoy escribiendo es tas reflexiones personales ya soy un hombre lo bastante mayor como para no creer en ciertas mentiras aceptadas por casi todo el mundo y en determinadas ilusiones consoladoras. La principal mentira que nos sentimos obligados a refutar es la de la modernidad y el supuesto “Progreso”.

Si nos atenemos a los hechos históricos de los dos últimos siglos tengo la convicción absoluta de que tales ideas se desacreditan por sí mismas. En el mundo real no encontramos ningún progreso. Las ideas de modernidad y de progreso no son más que constructos mentales falaces que fueron inventados por los filósofos franceses de la Ilustración durante el Siglo de las Luces (siglo XVIII) y mantenidas por los científicos y técnicos del siglo XIX durante la Revolución In dustrial con la doctrina del cientificismo. Ambos grupos elaboraron unas concepciones teóricas muy ingenuas y simplistas del Progreso. Estaban profundamente y sinceramente convencidos del hecho de que la mera acumulación de descubri mientos científicos y de su consiguientes aplica ciones tecnológicas ayudarían a mejorar por sí mismos la sociedad, la humanidad, la política, la economía y todo lo demás. Creían honestamente que el mero transcurrir del tiempo, acompañado de tales progresos, mejoraría por si solo el curso de la Historia y de la sociedad en general. Sin embargo, la Historia contemporánea ha demos trado de forma evidente que los resultados no han sido los que todos estos defensores de esta concepción ingenua del progreso esperaban.

Remitámonos a los hechos.

Hagamos un breve repaso a la violenta historia del pasado siglo XX, sobre todo a la de su primera mitad. Una primera mitad de siglo que estuvo marcada por el estallido de dos sangrientas Guerras Mundiales que finalizaron en el Holocausto y el lanzamiento de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Contundentes hechos históricos que produjeron una división en dos bloques políticos e ideológicos irreconciliables liderados por dos grandes superpotencias: U.S.A. y U.R.S.S.

La segunda mitad del siglo XX y los años que llevamos del XXI no han demostrado ser mucho mejores en comparación. Ahora lleva mos décadas enteras salpicadas de conflictos armados regionales, revoluciones políticas sangrientas, crisis económicas y financieras y de terrorismo internacional. Por no mencionar la irrupción y protagonismo de grandes dictado res tiránicos y sanguinarios como Hitler, Stalin, Mao Tse-Tung, Pol Pot. Y aún podríamos seguir añadiendo indignos nombres a esta lista hasta el día de hoy. Todos ellos han sido los responsables de decisiones políticas e ideológicas que han llegado a desencadenar guerras y a provocar docenas de millones de muertos y ruina económica.

Reflexionando sobre esto hechos tan evidentes, debemos formularnos una pregunta ineludible: ¿Es lícito seguir hablando de progreso después del Holocausto y de Hiroshima?. La lógica irrefutable nos dice que la respuesta es que no. La Historia contemporánea nos ha demostrado con hechos evidentes que la simple acumulación de descubrimientos científicos y de aplicaciones tecnológicas no garantiza en absoluto el progreso y la mejora en los otros aspectos de la sociedad y de la vida humana. Con lo que debemos concluir que la Humanidad se ha vuelto mas peligrosa y arrogante. Pero no mas “evolucionada” en ningún otro aspecto.

Examinemos algunos de los hechos históricos y mediáticos que se han ido produciendo durante los primeros años de este joven siglo XXI. Para empezar y com cita obligada recorde mos el atentado terrorista islámico de las torres gemelas de Nueva York durante la mañana del 11 de Septiembre de 2001, el año de mi jubila ción. Este trágico evento histórico provocó unos tres mil muertos. La mayoría de ellos civiles que se encontraban en ese momento trabajando en el interior de esos dos grandes edificios.

A la luz de tan trágicos acontecimientos nos resulta obligado el hacernos una sencilla pregunta: ¿Estos hechos que tienen que ver con el “Progreso”?. No se trata de ninguna pregunta retórica o capciosa. Porque este hecho histórico ocurrió al principio de nuestro actual siglo XXI y no durante la Edad Media.

Unos pocos años más tarde también hubo varios atentados terroristas de origen islamista en varias importantes ciudades de Europa donde nos creíamos completamente a salvo y jamás llegamos a pensar que esto nos tocaría tan de cerca. Recordemos Londres, París, Niza, Berlín… . Fuimos golpeados en pleno corazón de Europa. Con lo cual también nos sentimos apremiados a la hora de preguntarnos: ¿Tales acontecimientos qué “Progreso” representan?. Sucedieron ayer, no en la Prehistoria.

Volviendo a un plano histórico más general y no tan inmediato tenemos que hacernos una obligada e ineludible reflexión. Si de verdad estuviéramos viviendo en una era histórica de Progreso, entonces ya no habría guerras. Si real mente viviéramos en una época de modernidad y progreso, entonces tampoco debería existir la prostitución, el tráfico de armas y de drogas, la piratería, el maltrato animal, el abuso infantil y la violencia de género. ¿Vivimos en un mundo así?. ¡Desde luego que no!.

En ese caso, ¿Qué me están vendiendo?. ¿Dónde está el tan cacareado y archi famoso “Progreso”?. Yo no consigo verlo por ninguna parte y, creo entender, que cualquier persona humana que sea capaz de pensar por sí misma tampoco lo verá. Consecuentemente debemos concluir de forma fehaciente que los conceptos de “Modernidad” y de “Progreso” no son más que meras falacias y constructos intelectuales obsoletos a la par que refutados por la Historia en mayúsculas. Por lo menos esta es la sincera opinión de un pensador autodidacta inconformista.


¿Cerdocracia?; ¡No, gracias!

Por el incómodo privilegio de la edad viví el llamado período de la Transición “democrática” española siendo ya una persona adulta y madura. En aquella época ya fui muy consciente de ciertos síntomas que no me gustaron y que, por desgracia, se confirmaron más tarde desembocando en la situación en la que nos encontramos ahora. Por aquel entonces yo ya bombardeaba y mis amistades decían que era un agorero y me acabaron poniendo el mote del “Pere Punyetes”. Para este artículo de opinión no es mi intención el hacer un exhaustivo análisis histórico y sociológico de las claves y consecuencias de la mal llamada transición. Palabra con la que casi todo el mundo se llena la boca pero que casi nadie sabe a ciencia cierta lo que significa. Les recordaré a mis potenciales lectores que susodicho término procede del latín: “Transitare”. En términos sencillos os diré que significa ir de un lugar a otro. Con lo cual la pregunta del millón sería: ¿Hacia dónde hemos “transitado”?. En este artículo de opinión vamos a intentar responder a esta inquietante pregunta.

Pero para poder empezar a responder a la mencionada pregunta deberíamos primero formular otra: ¿Estamos viviendo en una ver dadera democracia? sea lo que sea lo que eso signifique. Casi todo el mundo se llena la boca con la palabra democracia. Y tal como mis sagaces lectores ya habrán adivinado también casi nadie sabe lo que este término significa. Así que empezaremos diciendo que viene del griego y que significa “gobierno del pueblo”. Queda por ver si realmente se trata de un gobierno del pueblo.

Yo más bien diría que no. Ahí está la realidad del día a día para confirmarlo. La triste realidad es que estamos viviendo una ficción que ya dura cuatro décadas y que hace aguas por todas partes. Resulta del todo insostenible el hecho de seguir manteniendo esta ridícula ficción que no conduce a nada. Lo máximo que podemos llegar a decir es que se trata de una democracia formal pero no real. Todas las principales decisiones no las toma el pueblo, ni siquiera los políticos, sino unas minorías de poderes fácticos económicos y financieros. Todos los demás tan solo somos sujetos pasivos de las decisiones que toman ellos. Para poder comprender la situación a la que hemos llegado en clave interna, primero debemos atenernos a los verdadero hechos en el ámbito internacional. Examinemos en términos objetivos cuál es la situación económica y financiera de este mundo globalizado del actual siglo XXI en el que ahora estamos inmersos viviendo.

En el momento presente la población mundial está formada por unos 7.300 millones de habitantes que, en escasos años, llegarán a los 10.000. Habitamos y mal vivimos en un mundo superpoblado donde apenas un uno por ciento de la población dispone del 90% de la riqueza global y de los recursos económicos, financieros y energéticos. En cuanto al resto del 99% de la gran mayoría de la población mundial les toca repartirse los pastelitos pequeños y las migas del 10% de todo lo que queda. Con el agravante de que tan solo una franja minoritaria de ese 99% está compuesto por las clases medias, que tienden a disminuir y a desaparecer. La gran mayoría restante la componen los trabajadores y los pobres. Estos últimos van de la pobreza rela tiva a la pobreza extrema. En esta población de 7.300 millones de habitantes encontramos, por lo tanto, 73 millones de multimillonarios y de 227 millones de miembros de las clases medias que se encuentran totalmente rodeados por una gran masa compuesta de unos 7.000 millones de trabajadores y de pobres en diferentes grados.

Con lo que debemos formular la siguiente pregunta: ¿Cómo se conforma la gran mayoría a la hora de aceptar esta desigual situación?. Para esa pregunta tan solo existe una única respuesta posible. Es mediante el uso masivo de la publicidad comercial y la propaganda política, la manipulación y el control absoluto de los medios de comunicación (“Mas Media”) y de la prensa escrita y la invasión a la privacidad mediante el espionaje policial y el control informático.

El Sistema establecido utiliza muy eficazmente todos estos medios modernos para conseguir un claro objetivo: ejercer el control de las masas y obtener la manipulación de las mentes y voluntades para así poder asegurar los privilegios de esa minoría del 1% de la humanidad. Al otro 99% de la población terrestre no le queda otro remedio que el de conformarse con trabajos alienantes, aburridos y repetitivos (en el mejor de los casos). Y en el peor, los más desafortunados, deben aceptar su condición de pobreza y sufrirla en silencio sin plantear rebeliones ni revoluciones de ningún tipo. Distribuir salarios de mil eurista (o de menos) y pensiones de miseria es lo único que el Sistema tiene programado a una escala global para los mas “afortunados” del resto de los mortales.

La situación económica y financiera internacional que hemos descrito, en términos generales, en los dos párrafos anteriores también es aplicable de forma proporcional a la realidad de España. Consideremos el ejemplo concreto de la ciudad de Barcelona donde estudios económicos recientes han demostrado de forma irrefutable que en los barrios altos de la ciudad la renta percápita media es 16 veces más alta que en los barrios periféricos y marginales. Una desigualdad flagrante dentro de un mismo espacio urbano, sin tener que viajar a ningún país del llamado “Tercer mundo”. ¡Menuda “Democracia”!. Por mi ya se la pueden confitar y meter donde mejor les quepa. O por lo menos, para suavizar un poco el comentario, podría llegar a decir que lo que a mí me gustaría es poder disfrutar del tipo de democracia que tienen los más privilegiados.

Y todo esto por no hablar de la especula ción inmobiliaria ¡Casi nos olvidamos de ella!. En un país donde familias enteras con hijos pequeños están siendo expulsados de sus casos por los terroristas y criminales de guante blanco que se hacen llamar banqueros. Muchos de ellos sin obtener una alternativa de vivien da. Sin olvidar tampoco que cada día es más frecuente ver indigentes y sin techo durmiendo en las calles de nuestras “democráticas” grandes ciudades y ver muchas más colas de gente en los comedores sociales que en las galerías comerciales y grandes superficies. También cada día es más frecuente ver a músicos tocando en el interior de los vagones del metro. Eso no es otra cosa que publicidad encubierta. Ahí tenemos algunos ejemplos más de “democracia”. Y yo lo que digo es que a palabras necias oídos sordos y ¿Cerdocracia?; ¡No, gracias!.

Vamos a dedicar el apartado final de este artículo de opinión para hablar de nuestros “amigos” los políticos. En primer lugar deberíamos preguntarnos: ¿qué podemos decir de ellos que ya no se haya dicho?. Aparte del hecho evidente de que son la peor porquería humana que el mundo ha visto jamás.

Todos los políticos son unos ladrones, unos mentirosos y unos manipuladores de la peor ralea. Aparecen ante las cámaras y la opinión pública como si ellos fueran la fuente de toda sabiduría y que tuvieran la capacidad de resolver todos los problemas del país. En realidad lo que tienen todos ellos es un problema para cada solución.

Las citas literarias y filosóficas con que se llenan la boca no son de ellos. Pertenecen a autores de renombre que ellos han consultado de segundas y terceras fuentes. Las propuestas económicas y financieras que ellos proponen tampoco se les ha ocurrido a ellos. Proceden de prestigiosos economistas y expertos financieros a los que los políticos fusilan sus mejores ideas y tratan de presentarlas como si fueran suyas. Nuestros políticos solo son expertos en estucia humana. Son tan cínicos que incluso han llega do a decir que es gracias a ellos que tenemos la libertad y disfrutamos de la “Democracia”. ¡Ya les vale!.

Para acabar consideremos el triste es pectáculo que ha dado el Rey Emérito tanto de latrocinio económico como de escándalo social con sus otoñales amoríos con la mal llamada “Princesa” Corina. Si a todo esto lo quieren ha cer pasar por una “Democracia consolidada” yo lo que digo para concluir es: ¿Cerdocracia?; ¡No, gracias!.


Los turistas: una especie aparte

Recuerdo con especial cariño y particular emoción un viaje que hice a Italia a finales de los años ochenta del pasado siglo XX, varios años antes de mi jubilación. Lo realicé por motivos turísticos y vacacionales. Por aquel entonces yo tenía una vida laboral activa y solía coger mi mes de vacaciones en Agosto tal como casi todo el mundo hacía por aquel entonces. Yo ya era una persona adulta y madura aunque no tan mayor como ahora que estoy escribiendo esta especie de memorias sobre aquel mencionado viaje en particular. En aquella ocasión concreta visité varias ciudades de interés artístico y cultural del norte y el centro de Italia.

El viaje en sí fue maravilloso y aprendí un montón sobre la cultura y el arte de todas las ciudades de interés turístico que visité. Pero lo que ya no me gustó tanto fue la actitud y los comportamientos de los turistas con los que coincidí en mi periplo por Italia. Reflexionando a posteriori no tardé mucho en llegar a la inevitable conclusión de que los turistas tienen unas peculiaridades y unas formas de comportarse tan particulares que, independientemente de su país de procedencia, merecerían constituirse en una especie humana aparte con características diferenciadas propias.

La primera gran ciudad de visita obligada de mi ruta prevista fue, sin lugar a dudas, Venecia, la ciudad de los canales. Estuve en todos sus centros de interés turístico más típicos y tópicos tales como plazas públicas, palacios, museos de arte y pinacotecas. Y, por descontado viajé por sus famosos canales. No alquilé ninguna góndola porque eso se salía de mi presupuesto, pero si que viajé varias veces en los “vaporettos”, que son una especie de barcos-autobuses mucho más asequibles económicamente que las tan renombradas góndolas. No tengo nada que objetar a todo lo que vi y a lo que aprendí. Pero ya en esta primera visita empezó a molestarme el mal comportamiento y la vulgaridad característica de los turistas que observaba a mi alrededor.

Lo primero que me llamó la atención en negativo fue la suciedad y la basura en las calles y en los canales provocada por el paso de la marabunta de turistas extranjeros irresponsables. Sobre las aguas de los canales flotaban latas de coca-cola y de cerveza. Así como también los en vases de plexiglás de las hamburguesas, patatas fritas y no otros ejemplos conocidos de comida basura. Realmente daban la clara impresión de ser una especie de góndolas en miniatura compuestas de basura.

La segunda ciudad italiana que visité en ese viaje fue Pisa con su famosa Torre inclinada. Al entrar en su interior no tardé mucho en comprender cuál era el verdadero motivo por el que susodicha torre inclinada no acababa de caerse del todo. Desde luego que no se trataba en absoluto de nada que tuviera que ver con sus propios fundamentos ni con su particular construcción ni con nada remotamente relacionado con el noble arte de la Arquitectura en general. Ni por asomo se trataba de todo eso.

Antes de penetrar en la primera planta de este histórico edificio tuve que hacer una larga y tediosa cola que no se la deseo ni a mis peores enemigos. Eso para empezar. Por si fuera poco, justo detrás de mí se pusieron a la cola dos señoras mayores que eran de mi misma cuidad de Barcelona y que me dieron una abundante conversación llena de clichés y tópicos de esta clase de viajes sin que yo lo deseara y no se lo hubiera pedido.

Cuando finalmente logré entrar en su interior, lo primero que me llamó poderosamente la atención de la Recepción fue la infernal máquina registradora con la que se expendían los tiquets de la Entrada. Con cada cobro particular la máquina emitía un tintineo especial como si de una peculiar música rítmica se tratara. Por espontánea asociación de ideas en aquel preciso momento pensé que más que una Torre inclinada aquel edificio a lo que más se parecía era a una gigantesca máquina registradora. Como la inspiración no me abandonaba ni por asomo, llegué a una inevitable conclusión acerca del posible destino final de aquella original construcción. Se me ocurrió pensar que a pesar del innegable hecho de lo muy histórico y por muy de interés artístico que fuese aquel renombrado edificio, el día en que deje de dar mucho dinero van a derribarlo y a construir un casino en su lugar.

Las dos grandes ciudades italianas que visité a continuación fueron Roma y Florencia. Puedo afirmar que se trató de dos visitas bastan te fructuosas porque estuve casi una semana en cada una de ellas. De la llamada “Ciudad Eterna” visité con máximo aprovechamiento los lugares más típicos y tópicos que todas las guías de viajes especializadas en esta histórica capital recomiendan: la Fontana di Trevi, el Coliseo romano, la Piazza Navona, el Panteón de Agripa, la Basílica de San Pedro en el Vaticano, el Foro romano, los museos vaticanos, el mercado de Trajano, el Circo Máximo, el Domus Aurea, el Castillo de Sant Angelo y las Termas de Caracalla. Soy muy consciente de que me dejo varios destinos turísticos del la capital de Italia en el tintero perolo hago para no cansar a mis lectores.

Por lo que se refiere a la histórica ciudad de Florencia, impulsora del Renacimiento, tres cuartos de lo mismo. Tan solo citaré lo más destacable de mi visita: la Catedral de Florencia, Campanile di Giotto, el Battisterio de San Giovanni, el Mercato Nuovo, la Piazza della Signo ria, el Palazzo Vecchio, la Iglesia de Santa Croce y la Galería Uffizi. No sigo citando más lugares de interés artístico y/o histórico por el mismo motivo que ya mencioné en el párrafo anterior con respecto a la ciudad de Roma.

De hecho, la visita a estas dos grandes ciudades fue lo más destacable de mis vacaciones por Italia. No es mi deseo el extenderme en los pormenores y detalles sobre los contenidos históricos y también artísticos de los puntos de interés turísticos que vi en ellas. Tan solo las destaco porque allí tuve la oportunidad de corroborar todos los comportamientos que no me gustan del turismo masificado.

Lo más remarcable se produjo durante mis vistas a los grandes museos y pinacotecas de estas dos magníficas ciudades. No tardé mucho en hacerme una pequeña reflexión que deseo compartir con tod@s mis potenciales lectores. La vida de la gran mayoría de los visitantes turísticos transcurre de forma banal y anodina del trabajo al bar y del bar a casa para cenar a toda prisa y ver un poco la televisión. La casi totalidad de ellos, durante el resto del año, no entran en ningún museo ni galerías de arte ni que les maten. Pero cuando se van de vacaciones y visitan importantes ciudades como las que he citado, entonces cogen un empacho de piedras y una borrachera de formas y colores como nadie ha visto jamás.

De tal modo que puede decirse que, cuando salen de los museos y/o pinacotecas sus cabezas les pesan mucho mas que cuando entraron. Su inútil presencia en estos recintos culturales convierte las visitas a los mismos en una especie de tortura programada. Estos recintos se llenan de masas de prescindibles turistas que entorpecen el recorrido de la visita con su molesta presencia.

Hay que avanzar por los pasillos y salas de los museos a base de empujones, codazos y pisotones. Tal como si se tratara del mismísimo interior del metro en hora punta. ¡Ojalá tuviera mis vacaciones en temporada baja!. Total ¿de que les sirve toda esa frenética actividad?. Si ya no se van a acordar de nada de lo que han visto en cuanto salgan del recinto museístico. Por descontado que tampoco van a explicar nada sobre sus visitas a sus familiares y amigos cuando regresen a sus ciudades de origen. Pero así son los turistas. Acabé mi periplo vacacional por Italia visitando también otras localidades de interés histórico, artístico y religioso como Sienna, Orvieto, Nápoles, las ruinas de Pompeya y Herculano y la romántica ciudad de Verona, escenario de la obra “Romeo y Julieta” del inmortal drama turgo William Shakespeare.

En todas estas ciudades no pude safarme de la prescindible presencia de las masas de turistas que se comportaron de forma muy similar a lo que acabo de describir en los párrafos anteriores.

Al regresar a Barcelona estuve reflexionando varios días sobre mi viaje turístico por Italia. No tardé mucho tiempo en reafirmar mis convicciones acerca del turismo masificado. Tampoco me supuso demasiado esfuerzo con solidar mis conclusiones ya esbozadas a lo largo de este artículo de opinión. Tan solo me resta añadir como colofón final que, considerando sus lamentables comportamientos, los turistas constituyen una especie humana aparte.


La pecera electrónica

Resulta un lugar común llamar a la televisión con el mote peyorativo de la “caja tonta”. Cuando en realidad a lo que más se parece es a una pecera electrónica. Existen varios estudios psicológicos y sociológicos que demuestran que los aparatos televisivos cumplen una función tranquilizadora y de efectos calmantes muy similar a la que obtenemos cuando observamos a una pecera real con peces vivos de colores en su interior. Por contra, el sonido y el sistema audio de los televisores crean el efecto contrario, es decir: el de llamar la atención de los telespectadores y provocarles una cierta excitación que contrasta con el efecto dopante de las imágenes emitidas.

La televisión se ha convertido en el mayor instrumento de manipulación de las mentes colectivas y de control de las masas en manos de los que controlan el Sistema establecido. Todas las informaciones sobre política nacional e internacional que se emiten por televisión son tendenciosas, partidistas y manipuladoras. El único fin que persiguen es el de manipular las mentes de la gente y de ejercer el miedo social colectivo con fines de dominación política, social y económica. Si de verdad las noticias televisivas sirviesen para concienciar a la gente y para ayudar a cambiar la sociedad, entonces el Sistema establecido no permitiría que se emitieran. Por eso obedecen a fines más siniestros y cínicos.

Existe una confusión deliberada entre Información y Conocimientos. No son lo mismo, aunque, por oscuros intereses, se pretende que así lo creamos. Aparte del hecho que no está para nada claro el que las informaciones políticas y económicas que se transmiten por la televisión sean la verdadera información, suponiendo que ese concepto signifique algo.

De forma deliberada y programada lo que de verdad se pretende es que nada signifique nada. El Sistema cuenta a su favor con el hecho evidente de que las grandes masas urbanas no piensan por sí mismas ni actúan de forma consciente y organizada. Si tal cosa sucediera, eso constituiría el auténtico “Horror Vacui” de los controladores y manipuladores del Sistema establecido. Sería el fin del principio y el principio de su propio fin.

Percibimos que las informaciones que se emiten en televisión son para nada veraces ni sinceras. Lejos de ello, obedecen a finalidades de manipulación, control y de ejercicio del miedo colectivo. No debemos olvidar en ningún momento que tan sólo el uno por ciento de la población mundial tiene el control y el dominio del 90 % de todos los recursos económicos, financieros y la gestión de todos los recursos minerales y fuentes de energía. El 99% de la población restante debe conformarse con los pastelitos pequeños y las migajas, independientemente de que les guste aceptarlo o no.

El 20% del 99% que queda está formado por las clases medias, las profesiones liberales, las pymes y los pequeños comerciantes. El 80% restante lo conforman las masas trabajadoras y los pobres en diferente grado. Que van desde la pobreza relativa a la pobreza extrema. Con lo que deberíamos formularnos la siguiente pregunta: ¿Cómo se consigue que el 99% restante se conforme? La respuesta es muy sencilla: con el absoluto control de los medios de comunicación de masas (“Mas Media”). En este sistema de control y de manipulación mental la televisión juega un papel central y decisivo.

La televisión constituye la mejor y más eficaz herramienta de control de la mente y de manipulación de los deseos y sentimientos de las masas por parte del Sistema establecido. Ello se consigue no solo a través de los contenidos y el tratamiento de la información sino también en la forma de emitirla y en su distribución estratégica. Todo está orquestado para crear estados de miedo, ansiedad y deseos de compra consumista. El programa anterior a los servicios informativos suele ser un estúpido concurso o un programa de prensa del corazón y chafardearías de sociedad. No es por casualidad ya que la franja horaria previa a los noticiarios resulta decisiva para crear un clima de confusión deliberada en los espectadores. En estos programas se induce al público a creer que la vida es muy bonita por que todo es suerte, dinero, amoríos y felicidad personal y colectiva.

Presentan, por lo tanto, una visión clara mente optimista de la vida. Justo cuando acaban la emisión de los mismos, emiten una hora de programas informativos donde te dicen todo lo contrario. En los noticieros nos “informan” de que el mundo real está hecho una mierda porque todo son guerras, terrorismo internacional, crisis financieras y económicas, catástrofes naturales y accidentes aéreos y de tráfico.

Después de la machacada depresiva del Telediario emiten unos programas de entretenimiento intrascendente en el que aparecen grupos de chicas jóvenes y hermosas bailando semidesnudas en la plataforma de un estudio de televisión. Aquí la vida vuelve a ser muy bonita otra vez como si el espacio informativo no lo hubiesen emitido. Y eso cuando no les da por poner de sobremesa una de esas insulsas y soporíferas tele series costumbristas. En ellas no ocurre absolutamente nada de especial que no pueda estar pasando en el seno de una familia media y no hay ningún problema que no esté ocurriendo en cualquier comunidad de vecinos. Estas series transmiten la idea de que lo único que importa de verdad es la vida cotidiana de cada uno por muy banal y plana que sea. Justo todo lo contrario de lo que decía el Telediario media hora antes. Lo que acabamos de describir es un ejemplo común de programación televisiva habitual en una de las franjas de horario televisivo de mayor audiencia.

En mitad de todos estos programas se emite la omnipresente e inevitable Publicidad comercial. En ellos no se informa de casi nada en concreto ya que los publicistas saben que cuando más se habla de las características técnicas de los productos y/o servicios, menos se venden. Lo único que dicen estos anuncios es el consabido estribillo de “Compre el nuevo Esto, compre el nuevo Aquello”.

Últimamente se han puesto de moda un tipo de anuncios cuanto más estúpidos mejor que poco o nada tienen que ver con las características específicas de los productos o servicios que se anuncian. Los publicistas han descubierto que cuanto más tonto es un anuncio más se le queda a la gran mayoría de la gente en su memo ria colectiva. A esta consigna se atienen porque, en última instancia, lo que realmente les importa es estimular al máximo los deseos de compra de las masas y vender cuanto más mejor. En la publicidad comercial es donde las técnicas de control mental colectivo y de manipulación de los deseos y sentimientos de la gente resultan más evidentes si cabe.

No quiero ser yo quien ponga las conclusiones finales a este pequeño ensayo sobre la alienación televisiva. Esta tarea corresponde única y exclusivamente a aquellos de mis potenciales lectores que todavía posean la capacidad de pensar por sí mismos. Soy muy consciente de que este ensayo será leído por pocos lectores y que, todavía menos, habrá entre ellos muchos que aún sean capaces de pensar por su cuenta. Este es el triste panorama al que nos enfrenta mos a diario y lo que estoy afirmando en este párrafo final no constituye una novedad para nadie. No pretendo ser gracioso ni pasar por original.

No se me escapa el hecho evidente de que estas pequeñas reflexiones vertidas en este artículo ya han sido dichas y escritas por otros autores más importantes y conocidos que yo mismo. Pero eso no me importa y no me impide exponer lo que creo que tengo que decir independientemente de que guste o disguste a muchos o a pocos. En la recta final de mi vida tan solo deseo disparar unos cuantos tiritos muy bien pegados y que este artículo sea uno de ellos. Por lo menos este es el íntimo deseo al que aspira un pensador autodidacta e inconformista.

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