El legado pictórico de Joan Miró

Durante el presente año 2025 se cumple el 50 Aniversario de la Fundació Miró (1975). Dedicada a divulgar y promover la obra pictórica de este gran pintor de arte contemporáneo y catalán universal no siempre comprendido. Su obra artística ha sido injustamente criticada por muchas personas que han actuado desde la ignorancia y el total desconocimiento del arte contemporáneo. Opiniones expresadas desde la calle o desde un bar que no merecen ninguna credibilidad y que descalifican a quienes las han pronunciado. Precisamente la inauguración de la Fundació Miró cumplió con la misión de reparar esta injusticia y que el pintor catalán Joan Miró, en sus últimos años, pudo gozó de un cierto reconocimiento oficial gracias a la llegada de la democracia y la restauración de la Generalitat catalana. En este sentido debemos recordar la construcción y apertura al público de la Fundació Miró de Barcelona. El artista pudo gozar de ella hasta 1983, el año de su fallecimiento.

La revista cultural Prometeo 21 desea rendir un pequeño y merecido homenaje a Joan Miró en el 50º aniversario de su Fundación con este ensayo de pintura dedicado a nuestros lectores con el propósito de valorar en su justa medida el legado pictórico de este artista catalán universal y ofrecer unas ciertas claves de interpretación sobre la singular y original obra de un genio de la pintura contemporánea no siempre valorado ni comprendido de forma merecida. En este pequeño ensayo de pintura trataremos de ofrecer unas claves de interpretación sobre su original e importante obra artística. Nos centraremos, sobre todo, en su etapa surrealista y en los años inmediatamente posteriores que constituyen el mejor período de toda su trayectoria artística.

Tras pasar por diversas etapas previas, la obra pictórica de Joan Miró empieza a destacar a partir del momento en que entra en contacto y se inscribe dentro del grupo de pintores y poetas pertenecientes al movimiento surrealista en París dirigido por Andre Breton. Miró se caracterizó por unas composiciones surrealistas basadas en figuras de marcado carácter simbólico. Tras abandonar el grupo surrealista su pintura evolucionará hacia un figurativismo de tendencia minimalista basado en una reducción de su paleta pictórica hacia los colores primarios. Joan Miró es uno de los pintores más singulares del siglo XX. Destacando por su universo temático y simbólico así como también su peculiar caligrafía pictórica tan inconfundible como radicalmente personal.
Miró demostró poseer una clara inclinación por el dibujo ya desde su más tierna infancia. A la edad de 14 años se matriculó en la Escola de Belles Arts de Barcelona. Pero debido a la presión paterna, tuvo que compaginar sus estudios de pintura con los de Comercio. Sus primeros dibujos consiguen plasmar de una forma bastante realista los paisajes de Tarragona y de Mallorca. Finalizados sus estudios de Bellas Artes se instaló en un estudio pintando bajo la influencia del fauvismo y del cubismo. Organizó su primera exposición individual en el año 1918 en la galería Dalmau de Barcelona. Entre los meses de marzo y junio de 1919 se trasladó a París. En la Ciudad Luz sería donde su estilo pictórico se transformaría hasta llegar a su forma personal de ejecutar sus propios cuadros.

Entró en contacto con Picasso y frecuentó los círculos vanguardistas y dadaístas. Atraído de forma especial por el movimiento surrealista firmó el primer Manifiesto de este movimiento en el año 1924. Adoptó la técnica de la pintura automática y temas oníricos. A la par que también investigó personalmente todas las posibilidades que ofrecía ese nuevo lenguaje estético. Las imágenes que aparecen en los cuadros de Miró de esta época se transforman en una simplificación y tienden hacia una deformación libre. La cual es fruto de la actividad inconsciente, que les confiere un significado simbólico. Durante toda su trayectoria artística el pintor catalán se mantuvo fiel a los postulados del movimiento surrealista en el sentido de liberar el inconsciente en su propia obra. Ya se tratase de sus composiciones abstractas así como también en las de carácter figurativo. A pesar del hecho de que figuraba dentro del movimiento surrealista se trató de una figura individual aparte difícil de catalogar. Joan Miró desarrolló una iconografía fabulosa basada en signos y elementos primitivistas, mágicos y mitológicos. Se trata de unos temas pictóricos muy personales donde exalta a la mujer, al pájaro y también a la noche estrellada. Debido a su temática y tratamiento del color su obra pictórica se encuentra impregnada de una gran fuerza lúdica.

No podemos encasillar la obra pictórica de Joan Miro dentro de las grandes tendencias artísticas del momento ni tampoco dentro de los movimientos de la vanguardia histórica. No obstante, debemos señalar que el mencionado encuentro del pintor catalán con el movimiento surrealista de París dirigido por André Bretón a partir del año 1924 resultará definitorio por lo que respecta al encuentro con ese personal sistema pictórico hasta llega a su madurez en torno al año 1940. Metodología artística que Miró no llegará a abandonar hasta el término de su vida. Aunque debemos insistir en el hecho evidente que al pintor catalán no se le puede encasillar y definir como un pintor surrealista propiamente dicho. Porque, entre otras cosas, Miró jamás pintó los sueños ni temas relacionados con el mundo onírico. Significativa diferencia con respecto a los otros grandes pintores surrealistas como Max Ernst, René Magritte, Tanguy e incluso Salvador Dalí. A este respecto también debemos remarcar en este apartado del ensayo que Miró tampoco practicó ninguna de las diversas variantes de la escritura automática. Técnica inventada por los pintores y poetas pertenecientes al movimiento surrealista de París con el claro objetivo artístico de liberar el inconsciente.

Joan Miró realizó un viaje a Holanda en el año 1928. En ese país ejecuta su serie de cuadros titulada “Interiores holandeses”. En estas obras el pintor catalán logra traducir a su propio lenguaje pictórico diversas obras de los artistas flamencos por los que más sentía una sincera admiración. Por la misma época también realiza sus primeras composiciones con la técnica vanguardista del collage utilizando papeles y objetos diversos. En 1930 expone en la ciudad de Nueva York. Hasta 1938 pintó cuadros que fueron un fiel reflejo de sus preocupaciones políticas de aquella convulsa época. Al cabo de un tiempo su lenguaje pictórico tuvo una clara tendencia hacia la simplificación formal y a la sobriedad artística.

Siguiendo esta tendencia Miró fue desarrollando un personal e identificable vocabulario a base de símbolos e ideogramas al mismo tiempo que también fundaba un nuevo espacio pictórico de una forma natural. El movimiento pictórico del surrealismo constituyó el trampolín desde el cual pudo dar ese salto y el pintor catalán se sirvió de él. La serie pictórica titulada “Interiores holandeses”, pintada entre los años 1940 y 1941, permitirá al artista consolidar la conquista de un nuevo y original espacio pictórico. Este peculiar espacio se halla poblado de sus personajes-arquetipo: la mujer, la estrella, el pájaro y el sexo femenino. Durante estos años que son también los de su definitiva consagración internacional, Miró da el salto definitivo hacia los grandes formatos, superando el ámbito tradicional del cuadro. Con lo que se adelanta a uno de los hallazgos fundamentales de la pintura moderna posterior a la II Guerra Mundial (1939-45). Sobre todo por lo que se refiere a los Estados Unidos. A la par que el artista catalán va a conseguir sellar su propia condición de artista contemporáneo fundamental.

Regresó a Cataluña en 1940 y al año siguiente el MOMA de Nueva York le organizó una gran exposición retrospectiva que le ayudó a consolidar su merecido reconocimiento internacional. A partir del año 1944 realiza diversos trabajos en cerámica. Siendo a partir de 1945-46 cuando ejecuta telas de gran formato. Este polifacético pintor también desarrolló obras con la técnica del aguafuerte, litografías, esculturas y diseños para vidrieras. A partir de 1956 se instalará en Mallorca. Durante la década de los años setenta del pasado siglo XX dio inicio a una serie de grandes cuadros de fondo monocromo que estaban dotados de un fuerte sentido monumental. Al mismo tiempo también investigó las nuevas posibilidades que le ofrecía la escultura contemporánea y las de los tapices donde aplicará la técnica vanguardista del collage.En el año 1975 inaugura la Fundació Joan Miró de Barcelona. Centro artístico que alberga una gran colección de sus obras y constituye, al mismo tiempo, un fiel reflejo de su personal trayectoria artística a lo largo de sus diferentes etapas hasta llegar a su período de la madurez.

Joan Miró nunca cejó en su afán personal de intensa búsqueda e inquebrantable experimentación. Su peculiar universo pictórico jamás cambió con los años. Siendo su curiosidad a la hora de probar nuevos soportes y materiales pictóricos prácticamente inagotable. Si nos centramos en la universalidad y en la coherencia de su lenguaje pictórico debemos concluir que ello explicaría su gran facilidad a la hora de trasladarlo a medios distintos. Que van desde el mosaico a la cerámica y desde la escultura al tapiz. Si vamos más allá de la propia obra del artista en esos campos, debemos reconocer que su influencia personal en el diseño gráfico en Cataluña durante la década de los años ochenta resulta más que suficiente por lo expresiva. Nos hallamos ante un gran artista contemporáneo del que no podemos afirmar que haya creado una escuela pictórica en el estricto sentido clásico de este término. Aunque resulta un hecho innegable que se ha dejado notar su gran influencia a partir de la singularidad en la pintura de nuestro tiempo. Lo cual nos autoriza a la hora de afirmar sin temor a equivocarnos que sin el pintor catalán Joan Miró el rumbo de la pintura contemporánea hubiese sido muy distinto.

A la hora de ir concluyendo este pequeño ensayo de pintura contemporánea centrado en recordar el 50º Aniversario de la inauguración de la Fundació Miró en 1975, nos vamos a centrar en este párrafo final en su último período de madurez. A partir del año 1956 hasta el año de su muerte, Miró vivió en la ciudad de Palma de Mallorca en lo que podría llamarse propiamente un exilio interior. Al mismo tiempo que no paraba de crecer el merecido reconocimiento internacional en torno a su figura. Precisamente es en Mallorca donde, finalmente, verá cumplido su ansiado sueño de poder trabajar en un gran taller. Construido por el gran arquitecto catalán Josep Lluis Sert en 1956.Tal como ya mencionamos en el inicio de este ensayo de pintura, en el año 1975 fue cuando abrió sus puertas en Barcelona la Fundación Joan Miró que este año cumple su50 Aniversario. Centro artístico que, por expresa voluntad del pintor, llegó a convertirse no sólo en una gran muestra permanente de su propia obra sino también en un activo centro de promoción del arte contemporáneo en general. A pesar del innegable hecho del universal prestigio de su obra, Miró no desistió nunca en la intensidad de su búsqueda de nuevos territorios artísticos. Recordemos, de paso, que sus diseños teatrales para el montaje de la obra “Mori el Merma”, del grupo “La Claca”, o su última obra, la gran escultura monumental de fibrocemento y cerámica Mujer y pájaro, que fue finalmente instalada en un parque de su ciudad natal, así lo demuestran de forma fehaciente.

Sobre l'autor

Deixa un comentari

L'adreça electrònica no es publicarà. Els camps necessaris estan marcats amb *

Index