El ataque de los Neo Jíbaros

Uno de los documentos más desgarradores de la historia de la ciencia de la Antropología es el que hace referencia al descubrimiento y descripción pormenorizada de la tribu amazónica de los Jíbaros. Especialmente por lo que se refiere a su aterradora costumbre tribal de cortar y reducir las cabezas de sus enemigos procedentes de otras tribus de la región del Amazonas que tenían la desdicha de enfrentarse y guerrear contra ellos. La inexorable suerte que corrían los desdichados perdedores, aparte del hecho de perder sus propias vidas, es la de acabar con sus cabezas cortadas y reducidas con una técnica que hizo trístemente célebres a la tribu de los jíbaros. Por ello nos resulta obligado detenernos un momento para examinar su terrible historia y describir sus inquietantes costumbres tribales.

Vamos a empezar, por lo tanto, haciendo un poco de historia para situarnos mejor en este escabroso tema que nos ocupa. Lo primero que diremos es que cuando el célebre Almirante Cristóbal Colón (1451-1506) llegó a América logró doblegar a todas las culturas que se interpusieron en su camino para la conquista del continente. Aunque no a todas puesto que los Shuar fueron una excepción. Esta comunidad indígena que habita en la cuenca amazónica de Ecuador y Perú logró con su fortaleza y su espíritu guerrero mantener alejados a los enemigos. Primero a los incas y luego a los conquistadores españoles llegados de Europa. Los españoles, a los que lograron expulsar definitivamente en el año 1599, les denominaron jíbaros de forma despectiva. Llevados por su resentimiento por el fracaso y la derrota ante una tribu poderosa y temible.

Además, sus prácticas tras ganar una batalla hacía que los invasores se lo pensaran dos veces. Y es que los shuar tenían una particular forma de asegurarse de que habían acabado con los enemigos: no sólo les cortaban la cabeza, sino que les sacaban los huesos del cráneo para reducir su tamaño. Es decir, reducían el tamaño de sus cabezas para acabar con su alma y luego las conservaban como si fueran trofeos de guerra. Una práctica conocida como tzantza que fue prohibida en Perú en los años 50 y una década después en Ecuador. Como en la mayoría de ocasiones, este tipo de prácticas están relacionadas con sus creencias religiosas, mágicas o espirituales. Los shuar vivían en comunión con la naturaleza y para ellos era muy importante la conexión con el universo porque creían en la vida después de la muerte. Por ello, cuando alguien muere, su espíritu sigue vivo en la cabeza y la manera de acabar con él es mediante el tzantza. Para lograrlo, el vencedor tenía que cortar la cabeza del rival y reducirla mediante un elaborado proceso y de esta manera dejarían encarcelado al espíritu del vencido, una forma de esclavizarlo. La creencia popular era que al estar encerrado en la cabeza, seguía vivo y así trabajaría en beneficio del poseedor de la cabeza.

Los pueblos Jíbaros son tribus de la región noroeste de la selva amazónica de Perú y Ecuador, conocidos por su antigua práctica de reducir las cabezas de sus enemigos. Incluso, después de las batallas, algunos líderes llevaban las cabezas de sus presas colgadas alrededor del cuello. Demostraban así a sus enemigos que eran guerreros muy hábiles y satisfacían a los espíritus de sus antepasados, quienes les habían enseñado cómo hacerlo. Una cabeza reducida no podía vengarse. Los Jíbaros afirmaban que había un espíritu vengativo que habitaba el cuerpo humano, al que llamaban “muisak”. Por ello, cortaban la cabeza del enemigo y la convertían en “tsantsas”.

Las cabezas reducidas de la tribu (o tzantzas, en su lengua autóctona) podían servir como instrumento intimidante para acobardar a sus enemigos. Para elaborarla, tenían la costumbre de utilizar las cabezas cortadas de los líderes guerreros derrotados pertenecientes a otras tribus y el procedimiento lo realizaba su asesino en persona. También era costumbre reducir la cabeza de cualquier soldado capturado ajeno a los shuar, y si la cabeza pertenecía a otro líder tribal o militar, el encargado de reducirla era el jefe de los jíbaros, independientemente de quién la hubiera cortado o asesinado a su dueño. Las instrucciones para reducir una cabeza eran macabras y complejas: en primer lugar debían cortarlas, despellejarlas y eliminar de ellas las partes blandas del cuerpo. A continuación, las hervían en un cuenco con agua durante media hora. También solían añadir gran variedad de hierbas en la olla, como el jugo de una liana llamada Banisteriopsis Inebrians, también conocida popularmente como ayahuasca. Se trata de una droga alucinógena y psicotrópica que los adultos de la tribu shuar solían tomar durante las fiestas, celebraciones y ritos religiosos.

El objetivo de estas “infusiones” era evitar la caída del cabello, las pestañas y las cejas de la cara, para que la cabeza conservase todo su pelo. Con la piel ya reducida aproximadamente a un tercio de su tamaño original, los shuar procedían a moldear su forma con piedras o arena caliente. Aplicando calor y rellenando los huecos del cráneo, la cabeza disminuye a su vez hasta a una quinta parte de su volumen inicial. Para finalizar, cosían los párpados, los orificios de la nariz y la boca con hilo de bramante o cualquier otro tipo de tejido, para evitar que el espíritu Mésak escapara por alguno de los agujeros. Tenían la curiosa costumbre de tapar las orejas de sus víctimas con cera o cualquier otro material maleable en lugar de coserlas.

También era frecuente frotar la piel contra el suelo o ceniza para oscurecer su tono, y decorar la cabeza con elementos votivos, pinturas, plumas, caparazones, conchas u otros objetos. Como último paso, solían agujerear transversalmente el hueso temporal del cráneo para hacer pasar una cuerda entre ellos y convertir la cabeza en un siniestro colgante.tes del combate, o como trofeo para ser exhibido orgullosamente por su portador. Esto impediría que el espíritu pudiera usar sus poderes con el claro propósito de vengarse. Tras la realización de la ceremonia de reducción de cabezas lo habitual era que la tribu entera celebrara una fiesta durante varios días. Por otra parte, no era para nada frecuente que los shuar conservaran las cabezas reducidas durante mucho tiempo. Así una vez que consideraban que habían perdido su poder espiritual, se deshacían de ellas. Un símbolo de la pérdida de fuerza del talismán era, por poner un ejemplo, una sucesión de malas cosechas o una flagrante disminución del rendimiento en la fertilidad de las mujeres de la tribu.

Es bastante habitual encontrar tzantzas en museos arqueológicos o etnográficos de América o Europa. Pero sobre todo existe un importante tráfico de ellas en el mercado negro, al tratarse de un producto raro, exótico y morboso cuya comercialización se sitúa siempre al borde de la legalidad. En la actualidad, los escasos shuar que todavía sobreviven nunca jamás han vuelto a llevar a cabo esta ancestral práctica. De hecho, son tribus considerablemente pacíficas y algunas de sus ramas familiares son extraordinariamente afables y amables en el trato. Hasta el punto de que acogen con gusto a aventureros y voluntarios ecologistas a su paso por la selva. De hecho, muchos programas y concursos de televisión han enviado periodistas, reporteros y concursantes a convivir con ellos para grabar sus formas de vida, como por ejemplo hizo Perdidos en la tribu, de Cuatro (España). Contando con la colaboración del pueblo shiwiar del Ecuador. Pero aunque ahora resulten tan amables y encantadores como tribu, nadie está dispuesto a olvidar su antigua tradición de elaborar tzantzas. Por lo que parece que la maldición de las cabezas reducidas no va a dejar de perseguir al pueblo shuar, al menos de momento.

Los pueblos Jíbaros son tribus de la región noroeste de la selva amazónica de Perú y Ecuador, conocidos por su antigua práctica de reducir las cabezas de sus enemigos. El ritual ancestral de la reducción de cráneos consistía en cubrir con arena y rocas muy calientes la cabeza, hasta conseguir achicarla a un tercio de su tamaño. Los jíbaros debían ser muy precisos en los tiempos de cocción ya que, si se cocinaba poco, la cabeza quedaba pegajosa, y si se demoraba demasiado, perdía el pelo. Las cabezas defectuosas eran descartadas, y servían de alimento para los animales o de juguete para los niños de la tribu. Sin embargo, también las comerciaban con turistas que las querían como recuerdo. La venta de los tsantsas era muy lucrativa. Desde finales del siglo XIX hasta principios del siglo XX, este tipo de práctica creció de tal manera que llevó a las tribus Jíbaras a cometer terribles actos violentos, para poder continuar con los intercambios y mantener el “negocio”. Los Jíbaros habían hecho sus propias conclusiones y empezaron a acechar y matar a cualquier persona, para poder fabricar tsantsas con los que intercambiar por otros objetos, como armas y cuchillos. Pero llegó un momento en que tuvieron que hacer incursiones fuera de sus lugares habituales, porque sus intenciones habían trascendido y ya nadie intentaba acercarse a ellos. La situación al fin fue controlada, después de la coordinación de esfuerzos realizados por los gobiernos de Perú y de Ecuador, que se hicieron responsables porque las tribus Jíbaras ocupaban grandes extensiones de ambos países.

Volviendo a la actualidad diremos que esta terrorífica práctica resultaría del todo imposible de llevar a cabo dentro de nuestras modernas sociedades occidentales. A la par que constituiría una flagrante violación de los derechos humanos recogidos en la Carta fundacional de la O.N.U. Sería, además, del todo inaceptable en una democracia tan consolidada como lo es la nuestra. Nadie en su sano juicio puede llegar a pensar que esto sería posible practicarlo en nuestras modernas y desarrolladas ciudades. La idea de reducir las cabezas de los ciudadanos en el sentido más literal del término queda, por lo tanto, del todo descartada. Pero no ocurre lo mismo a la hora de tratar de reducirlas en un sentido figurado. Reducir las cabezas en sentido figurado significa reducir la capacidad de pensar para cualquier grupo poblacional. Vamos a aclarar este último punto para no generar dudas e innecesarias inquietudes en nuestros potenciales lectores.

Para ello debemos tener en cuenta de que no existe ningún Poder, ya sea político, militar o religioso, que esté interesado en desarrollar la capacidad de pensar y ampliar las libertades de sus subordinados. Cualquier Iglesia o secta es enemiga, por definición, del pensamiento libre. No figura en el Programa de ningún Partido político el cómo desarrollar la personalidad y el aprovechar al máximo las capacidades mentales de sus votantes y de los ciudadanos en general. Tales prácticas, en esencia, socavan la autoridad y ponen en tela de juicio los dogmas y fundamentos políticos y filosóficos en que se basan, precisamente, tales iglesias y/o partidos políticos e instituciones. Motivo por el cual todos estos poderes tienen un especial interés en reducir las cabezas de sus ciudadanos y feligreses en el sentido figurado que ya apuntábamos en el párrafo anterior. Tales poderes solo tienen interés en que sus subordinados desarrollen la inteligencia justa para entender sus doctrinas, eslóganes y obedecer sus órdenes.

Esto nos lleva al verdadero motivo de nuestro relato porque llevar a la práctica la reducción de las cabezas en sentido figurado de nuestros ciudadanos ya se ha llevado a cabo en nuestra querida ciudad. El mes pasado hubo un agitado pleno en el Ayuntamiento de nuestro Municipio en que se aprobó por mayoría la nueva Ley de reducción de las cabezas de sus ciudadanos en el sentido figurado. A propuesta del nuevo Alcalde esta Ley fue aprobada por el 80% de los regidores del Ayuntamiento. Tan solo se opusieron dos grupos municipales de izquierdas que apenas sumaban el 20% restante. Veamos ahora en qué consistió esta original e innovadora propuesta de Ley. Nuestro flamante Alcalde propuso la creación de un original y novedoso Juego de rol que recibió el nombre de: “City Survivor: el juego del Presente y del Futuro”. Desde un punto de vista práctico el recién estrenado nuevo juego de rol resultó ser un rotundo éxito en todos los sentidos: económico, popular y de aceptación general. Obtuvo de inmediato el éxito de ventas y distribución a la par que también se convirtió en un juego de rol altamente adictivo para todos sus numerosos practicantes.

Hablemos en este apartado de en qué consiste este juego de rol y sobre cuáles son sus reglas. El formato, en apariencia, es el de un juego de mesa convencional. Consta de unas tarjetas explicativas y de un tablero de cartón y fichas y dados de plástico que sirven para que sus jugadores puedan avanzar o retroceder en el tablero del juego. Por lo que se refiere al Reglamento es muy sencillo. El tablero consta de varias casillas distribuidas en tres colores diferentes: rojas, verdes y amarillas, como un semáforo. Las fichas de colores y los dados de plástico sirven para avanzar o retroceder en el tablero en función del color de la casilla donde caigan las fichas de cada jugador. Lo mejor que te puede pasar durante este peculiar juego es que casi siempre tus fichas caigan en las casillas verdes porque son las que sirven para avanzar en el tablero del juego. Lo peor es que tengas la mala suerte de caer en las casillas rojas porque restan puntos y te hacen retroceder en el tablero. Si caes en las casillas amarillas ni puedes avanzar ni retroceder sino que te quedas una vez sin tirar los dados. En las fichas de cartón que te toquen en suerte es donde se encuentran todas las explicaciones sobre lo que cada jugador puede hacer durante el juego. En ellas hay los parámetros y las palabras clave que te hacen avanzar, retroceder o estancarte en el tablero.

Los contenidos y propósitos de este original y adictivo juego de rol se organizan en torno a una serie de palabras clave que te harán avanzar, retroceder o estancarte en el juego en función del color de las casillas en las que caigan tus fichas una vez has tirado los dados en tus turnos correspondientes. Estas palabras clave que son las que van a definir y provocar las acciones del juego son: Hipoteca, CrediHogar, CrediCoche, Crédito hipotecario y Préstamo bancario. Si tus fichas de plástico van cayendo la mayoría de las veces en las casillas de color verde, eso significa que puedes ir pagando la Hipoteca, el Préstamo y las letras de los créditos del Hogar y del Coche. El ganador es el que consigue pagar todos los plazos y letras de los préstamos en los que se ha embarcado. Al final ese afortunado jugador es el que llega antes a la casilla final de la Meta y, por consiguiente, resulta ganador en este juego. Pero los jugadores que tengan la desgracia de ir cayendo casi siempre en las casillas de color amarillo y, sobretodo, las de color rojo serán los que no podrán ir amortizando los términos de la Hipoteca ni podrán pagar las letras del coche, la casa y los préstamos contratados. Consecuencia de sus infortunadas jugadas resultaron ser los perdedores de este juego de rol llamado “City Survivor: el juego del Presente y del Futuro”.

En apenas el escaso plazo temporal de un mes este novedoso juego ha triunfado por todo lo alto en matrimonios, parejas de hecho y personas adultas en general. Aparte del ya mencionado hecho de convertirse en un juego muy popular y altamente adictivo. Tanto es así que para aprovechar al máximo todo el potencial y la implantación popular del mismo, el Ayuntamiento de nuestro Municipio ha ordenado la creación y difusión de su versión en videojuego para las videoconsolas y otra versión digital On-line que se puede jugar por ordenador y telefonía móvil. Esta excelente idea ha producido la aceptación inmediata y exponencial del juego entre los adolescentes y jóvenes de nuestra querida Ciudad y su consecuente adicción al mismo. Contando con la suma satisfacción y gran alegría de nuestro Alcalde, el verdadero promotor de este juego. El resultado final de esta gran operación de márketing, difusión, distribución y venta del juego de “City Survivor: el juego del Presente y del Futuro” nos ha traído la implantación total y absoluta de la reducción de las cabezas en el sentido figurado de los ciudadanos de todas las edades y estrato social de nuestro Municipio. Por lo que a los regidores de nuestro Ayuntamiento ahora se los conoce con el jocoso apodo de los Neo Jíbaros. Y su exitosa implantación y gran aceptación popular del nuevo juego de rol también es conocida como “El ataque de los Neo Jíbaros”. Así concluimos esta crónica sobre la actual situación que se está produciendo en nuestra querida Ciudad.

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