Joaquín era un hombre dedicado a su vida como moto taxista.
La noche anterior al día de hoy se lo llevaron al hospital más cercano en una ambulancia.
Cuando despertó se encontró con el rostro pálido del médico Mancia.
—Me permite un momento —le expresó sentándose al borde de la camilla.
—Vamos suelta la noticia —respondió.
—¿Acaso no teme usted a lo que voy a decir?
—No doctor, no es eso a lo que le tengo pavor —aseguró haciendo un esfuerzo para acomodarse. Acercó su boca al oído del médico y le susurró—. Es a no sentirme intranquilo cuando lo veo.
Señaló a la criatura que se erguía al lado del doctor.
Por Nelson Isaí Pérez
