LA CALLE

Día venturoso entre los venturosos!
¡He salido a la calle
y he visto la inocencia!
¡Qué fácil ha de ser su conquista!,
me digo.
Sales a la calle
y allí está, paseando
entre los seres y las cosas.
Vivimos en una cárcel,
en una fortaleza:
no la vemos,
se confunde entre los que salimos,
temiéndonos, vigilándonos,
ansiosos por nuestras sombras.
Y ahí está, libremente,
A su aire, contenta…
A dónde vamos con tantos sueños,
y con estas ideas,
a dónde nos dirigimos llenos de recuerdos,
de leyes, de sentencias,
prisioneros de las imágenes,
una calle llena de espejos,
que nos deslumbran,
que nos desorientan…
De qué nos sirve todo lo que tenemos
si no encontramos la inocencia.
Salimos
pero sumidos en nuestro pensamiento,
en nuestra conciencia.
Nos vemos rodeados,
heridos,
por todos los pensamientos,
por todas las consciencias.
¡Ah, inocencia! La nuestra
es la única especie que la ha perdido.
De qué sirve todo lo que conquistamos.
La veo, la veo:
¡inocencia! ¡inocencia!
La llamo ¡Oh, día venturoso!
y ella me sonríe
y viene a mi lado.
Ah, si saliéramos todos a la calle
y dejáramos nuestro castillo,
olvidáramos el deseo
de conquistar tus castillos,
de poseer otras conciencias.
¡Qué asombroso, qué maravilla!
Salgamos a la calle y gritemos:
¡la calle es mía! ¡la calle es mía!

¡Salgamos
a la conquista de la inocencia!

Y la calle
ya no será una selva.
Qué aventura, qué prueba:
hay que dejarlo todo
para conquistar la inocencia…


Jesús Lizano. Poeta. (de Lizanote de la Mancha. Edt. Lumen).

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